Página 379 - El Evangelismo (1994)

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El instructor bíblico
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estado derribados, se erigieron de nuevo, y muchos se convertían a
la verdad.—
Carta 95, 1896
.
La explicación de la Palabra
—Donde estamos nosotros, don-
de está la gente, hay que llevar a cabo un esfuerzo fervoroso. La
Palabra de Dios ha estado, por así decirlo, oculta bajo un almud. Esa
Palabra debe explicarse a los que ahora ignoran sus requerimientos.
Escudriñad las Escrituras con los que están dispuestos a que se les
enseñe. La obra puede ser pequeña en sus comienzos, pero otros se
unirán para promoverla; y mientras se realice un esfuerzo ferviente,
con fe y dependencia en Dios, para esclarecer e instruir a la gente
en las sencillas verdades de la Palabra, los que escuchan captarán el
significado del verdadero discipulado.—
Carta 30, 1911
.
Trabajen por las personas y sean consejeros sabios
Nuestro ejemplo afecta nuestro consejo
—Cuando tratemos de
aconsejar o amonestar a cualquier alma en cuya experiencia haya
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sobrevenido alguna crisis, nuestras palabras tendrán únicamente el
peso de la influencia que nos hayan ganado nuestro propio ejemplo y
espíritu. Debemos
ser
buenos antes que podamos
obrar
el bien. No
podemos ejercer una influencia transformadora sobre otros hasta que
nuestro propio corazón haya sido humillado, refinado y enternecido
por la gracia de Cristo. Cuando se efectúe ese cambio en nosotros,
nos resultará natural vivir para beneficiar a otros, así como es natural
para el rosal producir sus flores fragantes o para la vid sus racimos
morados.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 108, 109 (1896)
.
El ministerio personal en el trabajo con la Biblia
—Es nece-
sario acercarse a la gente por medio del esfuerzo personal. Si se
dedicara menos tiempo a sermonear y más al servicio personal, se
conseguirían mayores resultados. Hay que aliviar a los pobres, aten-
der a los enfermos, consolar a los afligidos y dolientes, instruir a
los ignorantes y aconsejar a los inexpertos. Hemos de llorar con los
que lloran y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del
poder de persuasión, del poder de la oración, y del poder del amor
de Dios, esta obra no será ni puede ser infructuosa.—
El Ministerio
de Curación, 102 (1905)
.
Mujeres como mensajeras de misericordia
—Necesitamos
grandemente mujeres consagradas que, como mensajeras de mi-