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El Evangelismo
El personaje celestial que, revestido de dignidad y autoridad, asis-
te a todas nuestras reuniones de junta, escuchaba cada palabra con el
más profundo interés. Habló con firmeza y completa seguridad: “El
mundo entero—dijo—, es la gran viña de Dios. Las ciudades y los
pueblos son las partes que la constituyen. Es necesario que se trabaje
en todos los lugares”.—
Joyas de los Testimonios 3:88 (1902)
.
Una obra costosa
—Casi pareciera como que apenas se atreve
alguien a pedir a un obrero que vaya a las ciudades, debido a los
medios económicos que se necesitan para realizar una obra poderosa
y sólida. Es cierto que se requerirán muchos medios para realizar
nuestro deber hacia las personas no amonestadas de esos lugares.
Pero Dios quiere que elevemos nuestras voces y nuestra influencia
en favor del empleo de medios en forma sabia en este ramo especial
de esfuerzo.—
Manuscrito 45, 1910
.
Una colaboración entusiasta es indispensable
—Hay que rea-
lizar un esfuerzo decidido para trabajar mancomunadamente en las
ciudades populosas. Los obreros deberían unirse como un solo hom-
bre, en el espíritu y el poder de Dios, para trabajar con poder y
con celo fervientes. No debería haber esfuerzos sensacionales ni
rivalidades. Los obreros deben manifestar arrepentimiento práctico,
verdadera simpatía, colaboración entusiasta y decidida emulación
mutua en el esfuerzo importante y grandioso de aprender lecciones
de abnegación y sacrificio personal salvando de la muerte a las almas
que perecen.—
Manuscrito 128, 1901
.
Demos gracias al Señor porque hay unos pocos obreros que están
efectuando todo lo posible por levantar algunos monumentos que
honren a Dios en nuestras ciudades descuidadas. Recordemos que
tenemos el deber de animar a esos obreros. A Dios le desagrada la
falta de aprecio y de apoyo manifestada hacia nuestros fieles obreros
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que trabajan en las ciudades populosas.—
Manuscrito 154, 1902
.
Permanezcamos en el trabajo hasta su cabal terminación
—
En los esfuerzos que se realizan en las grandes ciudades, la mitad
del trabajo se pierde porque ellos [los obreros] clausuran su trabajo
demasiado pronto y van a un nuevo campo. Pablo trabajaba durante
mucho tiempo en sus territorios, continuando con su obra por un año
entero en cierto lugar, y por un año y medio en otro sitio. El apresu-
ramiento por terminar una serie de reuniones de evangelización ha
resultado frecuentemente en una gran pérdida.—
Carta 48, 1886
.