Las masas de la población metropolitana
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La promesa de una cosecha abundante
Una escena impresionante
—Una escena muy impresionante
pasó ante mí en visiones nocturnas. Vi una inmensa bola de fuego
que caía en medio de un grupo de hermosas casas que fueron destrui-
das instantáneamente. Oí a alguien decir: “Sabíamos que los juicios
de Dios visitarían la tierra, mas no pensábamos que vendrían tan
pronto”. Otros dijeron en tono de reproche: “Vosotros que sabíais
estas cosas, ¿por qué no dijisteis nada? ¡Nosotros no lo sabíamos!”
Y por todas partes oía reproches parecidos.
Me desperté angustiada. Volví a dormirme y me pareció en-
contrarme en una gran asamblea. Un Ser de autoridad hablaba al
auditorio, señalando un mapamundi. Decía que aquel mapa repre-
sentaba la viña de Dios que debemos cultivar. Cuando la luz celestial
brillaba sobre alguno, debía transmitirla. Debían encenderse luces
en los diferentes lugares y de estas luces se encenderían otras aún...
Vi focos de luz que brillaban desde las ciudades y los pueblos, en
las montañas y los llanos. La Palabra de Dios era obedecida y como
resultado en cada ciudad y cada pueblo se levantaban monumentos
a su gloria. Su verdad era proclamada en todo el mundo.—
Joyas de
los Testimonios 3:296, 297 (1909)
.
Amonestaciones solemnes conmueven a millares
—Habrá
hombres de fe y de oración que se sentirán impelidos a declarar
con santo celo las palabras que Dios les inspire. Los pecados de
Babilonia serán denunciados. Los resultados funestos y espantosos
de la imposición de las observancias de la iglesia por parte de la
autoridad civil, las invasiones del espiritismo, los progresos secre-
tos pero rápidos del poder papal, todo será desenmascarado. Estas
solemnes amonestaciones conmoverán al pueblo. Miles y miles de
personas que nunca habrán oído palabras semejantes, las escucharán.
Asombrados oirán el testimonio de que Babilonia es la iglesia, caída
a causa de sus errores y de sus pecados, porque ha rechazado la
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verdad que le fue enviada del cielo.—
El Conflicto de los Siglos, 664,
665 (1888)
.
Muchos vendrán a la luz
—Por la gracia de Cristo, los ministros
de Dios son hechos mensajeros de luz y bendición. Cuando por
oración ferviente y perseverante sean dotados por el Espíritu Santo y
avancen cargados con la preocupación de la salvación de las almas,