Página 401 - El Evangelismo (1994)

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El instructor bíblico
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qué bendición es para vosotros sentaros a los pies de Jesús para
aprender las preciosas lecciones contenidas en su Palabra. Habladles
de las alegrías que se experimentan en la vida cristiana. Vuestras
palabras, cálidas y fervientes, les darán la convicción de que ha-
béis hallado la perla de gran precio. Demuestren vuestras palabras,
alegres y animadoras que habéis hallado por cierto la senda más
excelente. Este es trabajo misionero auténtico, y al ser hecho, hará
que muchos despierten como de un sueño.—
Testimonios Selectos
5:153, 154 (1909)
.
La intercesión del ganador de almas como secreto del éxito
En tiempos pasados, había quienes fijaban su mente en un alma tras
otra, diciendo: “Señor, ayúdame a salvar esta alma”. Pero ahora
escasean mucho los tales casos. ¿Cuántos obran como si se diesen
cuenta del peligro que corren los pecadores? ¿Cuántos toman a
aquellos a quienes saben que están en peligro, y los presentan a Dios
en oración, suplicándole que los salve?—
Obreros Evangélicos, 66
(1915)
.
Lecciones del gran maestro
Presentad la Palabra con el método de Cristo
—Si presen-
táis la Palabra con el método de Cristo, vuestros oyentes quedarán
profundamente impresionados con las verdades que enseñáis. Re-
cibirán la convicción de que ésa es la Palabra del Dios viviente.—
Testimonies for the Church 9:143 (1909)
.
Amor paciente e interés en los perdidos
—El enseñaba a la
gente con amor paciente. Su sabiduría profunda y escrutadora co-
nocía las necesidades de cada alma que estuviese entre sus oyentes;
y cuando los veía rechazar el mensaje de paz y amor que él vino
a darles, su corazón sentía una angustia muy profunda.—
Obreros
Evangélicos, 50 (1915)
.
Mansedumbre y humildad
—No había en su conducta mancha
de fanatismo intolerante ni de austeridad indiferente. El Redentor
del mundo era de una naturaleza muy superior a la de un ángel, pero
unidas a su majestad divina, había mansedumbre y humildad que
atraían a todos a él.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 18 (1896)
.
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La esperanza inspira deseos y fe
—En cada ser humano dis-
cernía posibilidades infinitas. Veía a los hombres según podrían ser