El instructor bíblico
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Un poder impelente
—La pronta obediencia de estos hombres
que siguieron a Jesús sin hacerle una pregunta, sin recibir promesa
de salario, parece sorprendente; pero las palabras de Cristo eran una
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invitación que llevaba en sí un poder impelente.—
Obreros Evangéli-
cos, 24 (1915)
.
Resultados de la obra bíblica
Los ángeles están cerca del obrero
—A medida que el obrero
trata de dar a los demás la luz que Dios le ha dado, el Señor le
imparte una luz acrecentada; y haciendo lo mejor de que es capaz,
deseando anhelosamente la gloria de Dios, comprende el valor de
las almas. Al hacer visitas de casa en casa, abriendo las Escrituras
a personas cuyo entendimiento ha sido oscurecido, los ángeles de
Dios estarán muy cerca de él, para impresionar el corazón de aquel
que está sediento del agua de la vida.—
The Review and Herald, 6
de octubre de 1896
.
El Señor trabaja con los instructores bíblicos
—Preséntense
las fuertes razones de nuestra fe basadas en la Palabra de Dios, y
prepare la verdad, con su poder santificador, el camino a los corazo-
nes y las mentes de los que se encuentran bajo convicción. A medida
que los ayudantes dan estudios bíblicos en los hogares de la gente,
el Señor obra en las mentes tan ciertamente como lo hace en los
servicios públicos.—
Carta 160, 1901
.
Milagros obrados por medio de la Palabra
—Habrá constan-
temente una lucha a fin de obtener acceso a los corazones de los
ignorantes y malvados. ¿Pero no intentaremos individualmente ha-
cerlo por medio de esfuerzos personales, con tanto fervor y fidelidad
como debiéramos? ¿No nos mantenemos demasiado distanciados de
las pobres almas muertas en transgresiones y pecados? ¿No puede
cada uno de nosotros armarse del intenso fervor de Cristo y hacer
más?
Temo que no exista la fe que es esencial. ¿No nos fortaleceremos
contra los chascos y la tentación a desanimarnos? Dios es miseri-
cordioso, y con la verdad que despierta regocijo y que purifica y
ennoblece la vida, podemos hacer una obra buena y sólida para Dios.
La oración y la fe harán maravillas. La Palabra debe ser nuestra