Página 404 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
arma de combate. Pueden obrarse milagros por medio de la Palabra;
porque es provechosa para todas las cosas.—
Carta 75, 1896
.
El valor de un alma
—El alma que se ha entregado a Cristo es
más preciosa a sus ojos que el mundo entero.—
El Deseado de Todas
las Gentes, 430 (1898)
.
Si sólo un alma hubiese querido aceptar el Evangelio de su
gracia, para salvar a ella sola, Cristo hubiera escogido su vida de
penas y humillaciones y su muerte ignominiosa.—
El Ministerio de
Curación, 126 (1905)
.
[358]
Siga adelante esta obra
—Muchos oirán el mensaje, pero rehu-
sarán prestarle oído; sin embargo, la amonestación ha de ser dada
a todos en tonos claros y sencillos. No solamente debe presentarse
la verdad en las asambleas públicas; debe realizarse obra de casa
en casa. Avance esta obra en el nombre del Señor. Los que están
empeñados en ella tienen los ángeles del cielo como sus compa-
ñeros. Resistirán los ataques hechos por el enemigo contra los que
cooperan con Dios.—
Carta 140, 1903
.
Confiando en las promesas
—Quizá algún tiempo la buena se-
milla permanezca inadvertida en un corazón frío, egoísta y mundano,
sin dar evidencia de que se ha arraigado en él; pero después, cuando
el Espíritu de Dios da su aliento al alma, brota la semilla oculta, y
al fin da su fruto para la gloria de Dios. En la obra de nuestra vida
no sabemos qué prosperará, si esto o aquello. No es cuestión que
nos toque decidir. Hemos de hacer nuestro trabajo y dejar a Dios los
resultados. “Por la mañana siembra tu simiente, y a la tarde no dejes
reposar tu mano”. El gran pacto de Dios declara que “todos los tiem-
pos de la tierra; la sementera y la siega... no cesarán”. Confiando en
esta promesa, ara y siembra el agricultor. No menos confiadamente
hemos de trabajar nosotros en la siembra espiritual, confiando en su
promesa: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí
vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello
para que la envié”.
Isaías 55:11
. “Irá andando y llorando el que lleva
la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus
gavillas”.
Salmos 126:6
.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 50,
51 (1900)
.