Página 405 - El Evangelismo (1994)

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El instructor bíblico
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Sueldo adecuado para las obreras
Se les debe pagar así como se paga a sus esposos
—El ministro
y su esposa deben salir juntos cuando esto sea posible. La esposa,
con frecuencia puede trabajar junto a su marido cumpliendo una
tarea noble. Puede visitar los hogares y ayudar a las dueñas de casa
en una forma como su esposo no podría hacerlo...
Elegid a mujeres que desempeñen su parte con fervor. El Señor
utilizará a mujeres inteligentes en la obra de enseñar. Y nadie piense
que no deben recibir remuneración por sus labores esas mujeres
que comprenden la Palabra y tienen habilidad para enseñar. Debiera
pagárseles así como se les paga a sus esposos. Hay una gran obra
que deben realizar las mujeres en la causa de la verdad presente.
Mediante el ejercicio de tacto femenino y el uso sabio de sus co-
nocimientos de la verdad bíblica, pueden eliminar dificultades que
nuestros hermanos no podrían enfrentar. Necesitamos obreras para
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que trabajen en relación con sus esposos, y debiéramos animar a las
que desean dedicarse a este ramo del esfuerzo misionero.—
Carta
142, 1909
.
No sólo las mujeres deben sacrificarse
—En nuestro mundo
debe llevarse a cabo una gran obra, y en ésta debe emplearse todo
talento de acuerdo con los principios de justicia. Si el Señor designa a
una mujer para que lleve a cabo cierta obra, su trabajo debe estimarse
de acuerdo con su valor. Cada obrero debe recibir su justa paga.
Puede haberse pensado que un buen plan es permitir que la gente
dedique sus talentos y su trabajo fervoroso a la obra de Dios sin re-
cibir nada de la tesorería. Pero esto equivale a establecer diferencias,
y a retener egoístamente lo que le corresponde a esas obreras. Dios
no puede aprobar este plan. Los que inventaron este método pueden
haber pensado que hacían un servicio a Dios al no sacar dinero de la
tesorería para pagar el trabajo de esas obreras temerosas de Dios y
amantes de las almas. Pero con el tiempo habrá que rendir cuentas,
y entonces los que ahora piensan que esta extorsión, esta discrimi-
nación, es un recurso sabio, se avergonzarán a causa de su egoísmo.
Dios ve estas cosas con un criterio muy diferente del criterio con
que las ven los hombres finitos.
Los que trabajan con fervor y sin egoísmo, sean hombres o muje-
res, llevan gavillas al Maestro; y las almas convertidas por su trabajo