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El Evangelismo
llevarán sus diezmos a la tesorería. Cuando se requiera abnegación
a causa de la escasez de recursos, no se deje que unas pocas mujeres
que trabajan duramente hagan todo el sacrificio. Participen todos en
el sacrificio. Dios declara: Odio lo que es robado y se ofrece como
ofrenda encendida.—
Manuscrito 47, 1898
.
Deben ser pagados con el diezmo
—El diezmo debiera ir pa-
ra los que trabajan en palabra y doctrina, sean éstos hombres o
mujeres.—
Manuscrito 149, 1899
.
Un procedimiento que limitará la cantidad de obreras
—Se
ha cometido a veces una injusticia para con mujeres que trabajan
con tanta consagración como sus esposos, y que son reconocidas
por Dios como necesarias para la obra del ministerio. El método
de pagar a los obreros varones, y de no pagar a sus esposas que
participan de sus labores, no es un plan conforme al mandato del
Señor, y si se lleva a cabo en nuestras asociaciones, se corre el riesgo
de desanimar a nuestras hermanas en cuanto a calificarse para la
obra en la cual deben trabajar. Dios es un Dios de justicia, y si los
ministros reciben salario por su trabajo, sus esposas, que se dedican
a la obra tan desinteresadamente como ellos, deben recibir su paga
en adición al sueldo que perciben sus esposos, aun cuando no lo
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pidan.
Los adventistas del séptimo día no deben de ninguna manera
despreciar la obra de la mujer. Si una mujer confía el trabajo de
su casa a una ayudante fiel y prudente, y deja a sus niños bajo
buen cuidado, mientras ella trabaja en la obra, la asociación debe
tener bastante sabiduría para comprender que es justo que reciba
salario.—
Obreros Evangélicos, 468 (1915)
.
Dios ha resuelto este asunto
—Si las mujeres hacen el trabajo
que no es el más agradable para muchos de los que trabajan en
palabra y doctrina, y si su obra testifica que están llevando a cabo
un trabajo que ha sido manifiestamente descuidado, ¿no debería
esa obra considerarse tan rica en resultados como la obra de los
ministros ordenados? ¿No debiera eso imponer el empleo de esa
obrera?...
Este asunto no deben resolverlo los hombres. El Señor ya lo ha
resuelto. Debéis cumplir vuestro deber con las mujeres que trabajen
en el Evangelio, cuya obra testifique que son indispensables para
llevar la verdad a las familias. Su obra es justamente la que debe