Página 408 - El Evangelismo (1994)

Basic HTML Version

404
El Evangelismo
atenciones no merecen tomar el nombre del Señor en sus labios, y
sin embargo, son exaltados hasta los cielos en la estima del hombre
finito, que lee solamente la apariencia exterior. Hermanas mías, nun-
ca miméis ni aduléis a los pobres y falibles hombres errantes, ora
sean jóvenes o ancianos, casados o solteros. Vosotras no conocéis
sus debilidades, y no sabéis si acaso por esas mismas atenciones y
esa misma profusa alabanza no provocaréis su ruina. Estoy alarmada
de la corta visión y la falta de sabiduría que muchos manifiestan con
respecto a esta familiaridad...
A los hombres casados que aceptan la atención, la alabanza y
el mimo de las mujeres, debiera asegurárseles que la simpatía y el
amor de esta clase no merecen ser obtenidos; son sin valor...
Nuevamente os insto sobre la necesidad de la pureza en todo
pensamiento, en toda palabra y en toda acción. Tenemos una res-
ponsabilidad individual ante Dios, una obra individual que nadie
puede hacer por nosotros. Consiste en hacer al mundo mejor por el
precepto, el esfuerzo personal y el ejemplo. Aun cuando debemos
cultivar la sociabilidad, no lo hagamos meramente por diversión,
sino con un propósito. Hay almas que salvar.—
The Review and
Herald, 10 de noviembre de 1885
.
[362]