La evangelización y la obra médica
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de casa en casa encontrarán oportunidades de servir de muchas
maneras. Debieran orar por los enfermos y hacer todo lo posible
por aliviar su sufrimiento. Debieran trabajar entre los humildes, los
pobres y los oprimidos. Debemos orar por y con los desvalidos
que no tienen fuerza de voluntad para controlar los apetitos que
la pasión ha degradado. Hay que llevar a cabo un esfuerzo serio
y perseverante por la salvación de aquellos en cuyos corazones
se despierta el interés. Muchos pueden ser alcanzados únicamente
mediante actos de bondad desinteresada. En primer lugar hay que
satisfacer sus necesidades físicas. A medida que vean evidencias de
nuestro amor abnegado, será más fácil para ellos creer en el amor de
Cristo.
Las enfermeras misioneras están mejor calificadas para realizar
esta obra, pero otras personas debieran relacionarse con ellas. Estas,
aunque no hayan recibido educación especial y no se hayan prepara-
do como enfermeras, pueden aprender de sus hermanas obreras el
mejor método para trabajar.—
Testimonies for the Church 6:83, 84
(1900)
.
Hay que alcanzar a las clases superiores
—Médicos cuyas ha-
bilidades profesionales están por encima de las del obrero común,
debieran dedicarse al servicio de Dios en las ciudades populosas.
Debieran procurar alcanzar a las clases superiores...
Los médicos misioneros que se ocupan en tareas evangélicas
están haciendo una obra tan elevada como la que realizan sus herma-
nos que se ocupan en la obra ministerial. Esta clase de obra médica
combinada con la obra ministerial, no debe limitarse a las clases
más pobres. Las clases más elevadas han sido incomprensiblemente
pasadas por alto. En las clases sociales superiores se encontrará a
muchos que responderán a la verdad porque ésta es consecuente
y lleva la estampa del carácter superior del Evangelio. No pocos
hombres de habilidad entrarán enérgicamente en la obra. Utilizan-
do los talentos que Dios les ha dado serán productores tanto como
consumidores.
El médico fiel y el ministro trabajan en la misma obra. Debieran
trabajar en completa armonía. Deben consultarse mutuamente. Me-
diante su unidad darán testimonio de que Dios ha enviado a su Hijo
unigénito al mundo para salvar a todos los que crean en él como su
Salvador personal.—
Manuscrito 79, 1900
.