Página 46 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
del arado, de la viña, de los varios ramos de trabajo, y enviados por
el Señor para dar este mensaje al mundo.
El mundo está desquiciado. Al mirar el cuadro, la perspectiva
parece desanimadora. Pero Cristo da la bienvenida con esperan-
za y seguridad a esos mismos hombres y mujeres que nos causan
desánimo. En ellos ve cualidades que los capacitarán para tomar su
lugar en la viña. Si ellos aprenden constantemente, por medio de su
providencia los convertirá en hombres y mujeres capacitados para
una obra que está más allá de sus aptitudes; al impartirles su Espíritu
Santo, les dará poder de expresión.
Los principiantes deben entrar en muchos de los campos áridos
y no trabajados. El esplendor de la visión que el Salvador tuvo del
mundo, inspirará confianza en muchos obreros que, si empiezan con
humildad y se dedican de todo corazón a la obra, se encontrará que
son los hombres para el tiempo y el lugar.
Cristo ve toda la miseria y la desesperación del mundo. Esa vi-
sión agobiaría a algunos de nuestros obreros de grandes capacidades
con una carga de desánimo tan grande, que no sabrían ni siquiera
cómo comenzar la obra de dirigir a los hombres y mujeres hacia el
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primer peldaño de la escalera. Sus métodos precisos son de poco
valor. Ellos permanecerían arriba, por encima de los escalones infe-
riores de la escalera, diciendo: “Venid a donde nosotros estamos”.
Pero las pobres almas no saben dónde colocar sus pies.
El corazón de Cristo es alegrado por el espectáculo de aquellos
que son pobres en todo el sentido de la palabra; es alegrado por la
visión de las personas que son maltratadas pero que permanecen
humildes; es alegrado por el hambre aparentemente insatisfecha que
anhela justicia, por la inhabilidad del hombre para empezar. Da la
bienvenida, por así decirlo, a la misma situación que desanimaría
a muchos ministros. Corrige nuestra piedad errada, dando la carga
de la obra en favor de los pobres y necesitados en los lugares ás-
peros de la tierra a hombres y mujeres que tengan corazones que
se compadezcan de los ignorantes y los descaminados. El Señor
enseña a estos obreros cómo encontrar a los que él desea ayudar.
Ellos se sentirán animados al ver puertas abiertas para entrar en
lugares donde puedan efectuar obra médica misionera. Teniendo
poca confianza en sí mismos, dan a Dios toda la gloria...