Página 461 - El Evangelismo (1994)

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La obra en favor de ciertas clases especiales
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si buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida
eterna”.
1 Timoteo 6:17-19
.—
Carta 51, 1902
.
Los reyes y gobernantes deben oír
—La luz ha de ser presen-
tada a los reyes y a los grandes hombres de la tierra, aun cuando la
reciban de la misma manera en que Faraón recibió el testimonio de
los siervos del Señor, y preguntó: “¿Quién es Jehová, para que yo
oiga su voz?”
Reyes, gobernantes y grandes hombres tendrán noticias de vo-
sotros por medio de los informes de los que están en enemistad
con vosotros, y vuestra fe y vuestro carácter serán falsamente pre-
sentados ante ellos. Pero los que son falsamente acusados tendrán
la oportunidad de aparecer en la presencia de sus acusadores para
contestar por sí mismos. Tendrán el privilegio de presentar la luz
ante los que son llamados grandes hombres de la tierra, y si habéis
estudiado la Biblia, si estáis listos para responder con mansedumbre
y reverencia a todo hombre que os demande razón de la esperan-
za que hay en vosotros, vuestros enemigos no podrán contradecir
vuestra sabiduría.—
The Review and Herald, 26 de abril de 1892
.
Hemos de amonestar a los dirigentes de la nación
—Los go-
bernantes de las naciones necesitan asentar sus pies sobre la pla-
taforma de la verdad eterna. No se les debe permitir, a causa de
la ignorancia, edificar sus casas sobre la arena. Estos hombres no
han de ser adorados como dioses. Son responsables ante Dios de su
conducta. Han de responder ante él si llegan a ser un sabor de muerte
para muerte, para los que se hallan bajo su jurisdicción.—
Carta 187,
1903
.
Peligros de la prosperidad
—La historia humana nos enseña
cuán peligrosa es la prosperidad. No son los hombres que han per-
dido su dinero y sus posesiones los que se encuentran en mayor
peligro, sino los que han obtenido fortuna y ocupan posiciones ele-
vadas. Estos necesitan que se trabaje con ellos con cuidado y fervor.
La adversidad puede deprimir, pero la prosperidad lleva a la presun-
ción.
Con frecuencia se pide que se ore por hombres y mujeres que se
encuentran afligidos, y esto está bien que se haga; pero las oraciones
más fervorosas debieran solicitarse en favor de los que han sido
colocados en una posición de prosperidad. Estos hombres corren
un gran peligro de perder su alma. En el valle de la humillación