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El Evangelismo
resto de la familia humana. Pero Cristo vino para derribar toda valla
divisoria. Vino para manifestar que su don de misericordia y amor
es tan ilimitado como el aire, la luz o las lluvias, que refrigeran la
tierra.—
El Ministerio de Curación, 15, 16 (1905)
.
Extranjeros en tierra extraña
—En las plazoletas y callejuelas
de las grandes ciudades, en los solitarios caminos de la campaña,
hay familias e individuos—quizá extranjeros en tierra extraña—,
que no pertenecen a ninguna iglesia, y que, en su soledad, llegan
a sentir que Dios se ha olvidado de ellos. No saben lo que deben
hacer para salvarse. Muchos están sumidos en el pecado. Muchos
están angustiados. Están oprimidos por el sufrimiento, la necesidad,
la incredulidad y el desaliento. Se hallan afligidos por enfermedades
de toda clase, tanto del cuerpo como del alma. Anhelan hallar solaz
para sus penas, y Satanás los tienta a buscarlo en la concupiscencia
y placeres que conducen a la ruina y a la muerte. Les ofrece las
manzanas de Sodoma, que se tornarán ceniza en sus labios. Están
gastando su dinero en lo que no es pan, y su trabajo en lo que no
satisface.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 216, 217 (1900)
.
El propósito de Dios para los extranjeros que viven en nues-
tro país
—Mientras se están llevando a cabo los planes trazados para
amonestar a los habitantes de diferentes naciones en países distantes,
hay que hacer mucho en beneficio de los extranjeros que han venido
a las playas de nuestro propio país. Las almas que viven en China no
son más preciosas que las almas que moran a la sombra de nuestras
puertas. El pueblo de Dios debe trabajar fielmente en países distan-
tes, a medida que su providencia abra el camino; y también debe
cumplir su deber hacia los extranjeros de diversas nacionalidades
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que viven en las ciudades, los pueblos y los campos cercanos.
Está bien que los que ocupan cargos de responsabilidad planeen
ahora sabiamente la forma de proclamar el mensaje del tercer ángel a
los cientos de miles de extranjeros que viven en los Estados Unidos.
Dios desea que sus siervos cumplan cabalmente su deber hacia los
millones de personas que habitan en las ciudades y que no han
sido amonestadas, y especialmente hacia los que han venido a estas
ciudades de nuestro país procedentes de otras naciones. Muchos de
estos extranjeros están aquí por la providencia de Dios, a fin de que
tengan oportunidad de escuchar la verdad para este tiempo.