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El Evangelismo
sencillez cristiana. Recordad que el que asume la posición de un
crítico debilita grandemente sus propias manos. Dios no ha conferido
a los hombres y mujeres como deber el encontrar faltas en sus
colaboradores.—
The Review and Herald, 2 de septiembre de 1902
.
La tentación especial de Satanás
—Si los hombres desean co-
locarse donde Dios pueda usarlos, no deben criticar a los demás
para poner de relieve sus defectos. Esto constituye la tentación es-
pecial de Satanás por medio de la cual se esfuerza por estorbar la
obra.—
Manuscrito 152, 1898
.
La suficiencia propia destruye la obra
—Necesitamos hom-
bres que fortalezcan y edifiquen la obra, y no que la destruyan y
procuren deshacer lo que otro está tratando de llevar a cabo. Nece-
sitamos a hombres y mujeres con quienes Dios pueda trabajar, en
quienes el terreno del corazón ha sido roturado y barbechado.
No necesitamos obreros que deban ser sostenidos y llevados por
aquellos que han estado durante largo tiempo en la fe, obreros que se
consideran a sí mismos como un todo perfecto. A los tales queremos
decir: “Quedaos donde estáis”. Hemos tenido bastante que hacer con
esta clase de obreros. Necesitamos obreros que no estén empapados
en egoísmo, que no se sientan autosuficientes.—
Manuscrito 173,
1898
.
Se complica el progreso del mensaje
—Los atributos de los
enemigos de Dios y del hombre, demasiado a menudo encuentran
expresión en su espíritu y actitud mutuas. Se hieren mutuamente,
porque no son participantes de la naturaleza divina; y así, obran en
contra de la perfección de su propio carácter. Se acarrean problemas
a sí mismos, y hacen la obra difícil y trabajosa, porque consideran
su espíritu y sus defectos de carácter como virtudes preciosas que
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deben defenderse y promoverse...
Los hombres hacen que la obra de hacer progresar la verdad sea
diez veces más dura que lo que realmente es, tratando de tomar la
parte que corresponde a Dios en sus propias manos finitas. Creen
que deben estar constantemente inventando algo para hacer que
los hombres hagan cosas que ellos suponen que debieran hacer. El
tiempo así gastado está constantemente complicando más la obra;
porque el gran Obrero jefe es dejado fuera de la cuestión en el
cuidado de su propia herencia. Los hombres asumen la tarea de
remendar chapuceramente el carácter defectuoso de los demás, y