Página 523 - El Evangelismo (1994)

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Calificaciones esenciales del obrero
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Los ministros necesitan mucha de la gracia de Dios a fin de
llevar a cabo su obra en forma aceptable. Cuando un ministro en-
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cuentra a los miembros de una iglesia indispuestos unos contra otros,
debe pedir una tregua y esforzarse porque todos se comprendan ar-
moniosamente. Nunca debe dar consejos ni órdenes cortantes y
dictatoriales. Esto no es necesario. Es un trabajo más que inútil...
El Señor os llama a ejercer una influencia elevadora. Recibid
en el corazón las verdades de la Palabra de Dios. Únicamente así
podréis tener la mente de Dios. Colocaos bajo la influencia modela-
dora de su Espíritu Santo. Entonces tendréis un poder mucho mayor
para el bien...
Dondequiera que reine el amor de Jesús, hay paz y descanso.
Donde se tiene este amor es como si hubiera una corriente refrescante
en el desierto, que transforma la aridez en fertilidad.—
Manuscrito
105, 1902
.
El tacto y el buen criterio enternecen los corazones
—El tacto
y el buen criterio centuplican la utilidad del obrero. Si él dice las
palabras apropiadas a la ocasión, y manifiesta el debido espíritu,
ejercerá un poder convincente sobre el corazón de aquel a quien
trata de ayudar.—
Obreros Evangélicos, 125 (1915)
.
Bondad con los que difieren en doctrina
—Los que difieren
con nosotros en fe y doctrina debieran ser tratados bondadosamente.
Son propiedad de Cristo y tendremos que encontrarnos con elles en
el gran día de la rendición final de cuentas. Tendremos que enfren-
tarnos unos a otros en el día del juicio y contemplar los registros de
nuestros pensamientos, palabras y acciones, no como los hemos vis-
to hasta ahora, sino como son en realidad. El Señor nos ha impuesto
el deber de amarnos unos a otros así como Cristo nos amó.—
The
Youth’s Instructor, 9 de diciembre de 1897
.
Sin sentimientos contra otros ni egoísmo
—Los hombres de-
ben obrar de acuerdo con sus [de Dios] reglas y disposiciones si es
que desean tener éxito. Dios aceptará únicamente los esfuerzos que
se hagan voluntariamente y con corazones humildes, sin rasgos de
sentimiento contra otras personas ni de egoísmo.—
Carta 66, 1887
.
Calzados con los zapatos del Evangelio
—Hermano mío, sien-
to un intenso deseo de que Ud. sea un hombre según el corazón
de Dios. Ud. debe realizar cambios en su vida. Tiene una verdad
preciosísima que presentar, pero debe calzarse con los zapatos del