Página 535 - El Evangelismo (1994)

Basic HTML Version

Calificaciones esenciales del obrero
531
cual llevar a cabo vuestro trabajo.—
The Youth’s Instructor, 28 de
enero de 1897
.
El trabajo no se limita a ciertas horas
—El sistema de las ocho
horas diarias de trabajo no halla cabida en el programa del ministro
de Dios. El debe mantenerse listo para servir a cualquier hora.—
Obreros Evangélicos, 466 (1915)
.
Las horas nocturnas del trabajo del Salvador
—Todo el día
servía a los que acudían a él; y al anochecer atendía a los que habían
tenido que trabajar penosamente durante el día para ganar el escaso
sustento de su familia.—
El Ministerio de Curación, 11 (1905)
.
El trabajo diligente ayuda a contestar la oración
—Si bien es
cierto que debemos orar pidiendo la bendición de Dios, también
debemos respaldar nuestras oraciones mediante un trabajo muy
diligente, cuidadoso y activo.—
Manuscrito 25, 1895
.
No hay que depender de milagros
—Por lo general Dios no
obra milagros para promover su verdad. Si el agricultor descuida
de cultivar la tierra después de sembrar su semilla, no obra Dios
un milagro para contrarrestar el seguro resultado de este descuido.
En el momento de la cosecha encontrará que su campo ha sido
improductivo. Dios obra de acuerdo con grandes principios que ha
[474]
dado a la humanidad, y nuestra parte consiste en trazar planes sabios
y en poner en acción los medios por los cuales Dios producirá ciertos
resultados.
Los que no realizan esfuerzos decididos sino que se limitan a
esperar que el Espíritu Santo los impulse a la acción perecerán en
las tinieblas. Quisiéramos preguntar a los que esperan un milagro:
¿Qué medios habéis puesto en acción de los que Dios ha colocado a
vuestro alcance? Quisiéramos preguntar a los que esperan que ocurra
algo sobrenatural, a los que se limitan a decir “‘Creed, creed”: ¿Os
habéis ceñido a la obra señalada por Dios? El Señor ha dicho: “Lo
harás”, y “No lo harás”.
Estudiemos la parábola de los talentos y comprendamos que cada
hombre ha recibido su trabajo de parte de Dios—a cada hombre él ha
confiado sus talentos, para que mediante el ejercicio de su habilidad
pueda aumentar su eficiencia. No debéis permanecer inactivos sin
hacer nada en la obra de Dios.—
The Review and Herald, 28 de
septiembre de 1897
.