Página 537 - El Evangelismo (1994)

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Calificaciones esenciales del obrero
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del obrero para que piense que algún asunto secundario en su hogar
es de gran importancia y que exige su presencia inmediata. Como
el obrero no tenía en cuenta en primer lugar la gloria de Dios, deja
la tarea sin terminar y corre a su casa. Puede ser retenido allí du-
rante días y hasta semanas y eso hace que su obra se enrede y se
complique. Una puntada tras otra se pierden sin que nunca se las
pueda recuperar. Esto agrada al enemigo. Y cuando él ve que ha
tenido éxito en hacer que los asuntos temporales ocupen un lugar
preponderante en la mente de esa persona, le llena las manos de difi-
cultades. De inmediato comienza a fabricar problemas para su hogar
a fin de enredar su mente, y, si es posible, alejarlo permanentemente
de su trabajo...
Cuando las almas se están decidiendo en favor o en contra de la
verdad os ruego que no permitáis que se os aleje de vuestro campo de
labor. No lo abandonéis al enemigo aunque, podríamos decir, haya un
muerto en vuestra casa. Cristo dijo: “Sígueme; deja que los muertos
entierren a sus muertos”.
Mateo 8:22
. Si tan sólo pudieseis ver la
importancia de la obra tal como se me ha presentado, sacudiríais
la parálisis que afecta a muchos, y habría una resurrección de los
muertos y un surgimiento a la vida a través de Jesucristo...
Si ocupamos decididamente nuestra posición como obreros de
Dios y si decimos: “El Señor nos ha dado un mensaje y no pode-
mos ser centinelas fieles a menos que permanezcamos en nuestros
puestos del deber; llevaremos a cabo la obra a toda costa”, entonces
descubriremos que los ángeles de Dios ministrarán a nuestras fami-
lias en el hogar y dirán al enemigo: “Retírate”.—
Historical Sketches
of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 127, 128
(1886)
.
Dedicación a la tarea principal
Hay almas que se han perdido a causa de esfuerzos dividi-
dos
—Algunos pastores se han dedicado a la tarea de escribir durante
un período de interés religioso definido, y con frecuencia ha resul-
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tado que sus escritos no han tenido una relación especial con la
obra que se llevaba a cabo. Esto es un grave error porque en tales
circunstancias es el deber del ministro utilizar todo su potencial para
promover la causa de Dios. Su mente debiera estar clara y debie-