Página 556 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
no puede morar en ella, porque ellos apoyan a sus esposas en sus
errores y se los toleran.—
Joyas de los Testimonios 1:38, 39 (1856)
.
Una norma moral elevada
El abandono de los principios es una señal de los tiempos
Por doquiera se ven náufragos de la humanidad, altares de familia
destruidos, hogares arruinados. Existe un extraño abandono de los
buenos principios, el nivel de la moralidad se rebaja, y la tierra se está
convirtiendo rápidamente en una gran Sodoma. Las costumbres que
atrajeron el juicio de Dios sobre el mundo antediluviano, y causaron
la destrucción de Sodoma por el fuego, toman rápido incremento.
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Nos estamos acercando al fin, en el cual la tierra será purificada por
el fuego.—
Obreros Evangélicos, 132 (1915)
.
Los pastores son el blanco de Satanás
—Las tentaciones es-
peciales de Satanás se dirigen contra el ministro. El sabe que los
predicadores no son sino humanos, que no poseen gracia o santidad
propias; que los tesoros del Evangelio han sido puestos en vasos
terrenos, a los cuales únicamente el poder divino puede hacer vasos
de honor. El sabe que Dios ordenó que los predicadores sean un
poderoso medio para salvar almas, y que pueden tener éxito en su
obra únicamente en la medida en que permitan a su Padre eterno
regir sus vidas. Por lo tanto, trata con toda sagacidad de inducirlos a
pecar, sabiendo que su cargo hace su pecado tanto más pecaminoso;
porque al cometer el pecado se hacen ministros del mal.—
Obreros
Evangélicos, 130 (1915)
.
Dignidad y sociabilidad equilibradas
—El tema de la pureza y
el comportamiento correcto es digno de ser considerado. Debemos
ponernos en guardia contra los pecados de esta era de degenera-
ción. No desciendan los embajadores de Cristo a conversaciones
triviales, a familiaridades con mujeres, ya sean casadas o solteras.
Conserven su debido lugar con digno decoro, aunque sean al mismo
tiempo sociables, bondadosos y corteses. Deben mantenerse aleja-
dos de cuanto sepa a vulgaridad y familiaridad. Este es un terreno
prohibido, sobre el cual es peligroso asentar los pies. Cada palabra,
cada acto, debe tender a elevar, refinar y ennoblecer. Hay pecado en
ser irreflexivo acerca de tales asuntos.—
Obreros Evangélicos, 131
(1915)
.