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El Evangelismo
depende mucho de la forma en que empiezan sus labores. Los que
son escogidos por Dios para la obra del ministerio darán pruebas
de su alta vocación, y por todos los medios de que dispongan se
esforzarán para desarrollarse como obreros capaces.—
Los Hechos
de los Apóstoles, 284, 285 (1911)
.
Comenzad a trabajar en compañía de ministros de más
edad
—Mientras adquieren preparación para el ministerio, los jóve-
nes deben estar asociados con predicadores de más edad. Aquellos
que han adquirido experiencia en el servicio activo han de llevar
consigo a los jóvenes e inexpertos al campo de la mies, para enseñar-
les a trabajar con éxito por la conversión de las almas. Bondadosa y
afectuosamente estos obreros mayores deben ayudar a los jóvenes a
prepararse para la obra a la cual el Señor los llamó. Y los jóvenes
a su vez deben respetar el consejo de sus instructores, honrar su
devoción y recordar que sus años de labor les han dado sabiduría...
Sean educadores los obreros de más edad, y manténganse bajo
la disciplina de Dios. Consideren los jóvenes como privilegio el
estudiar bajo la dirección de esos obreros, y lleven toda carga que
su juventud y experiencia les permitan llevar. Así educaba Elías a
los jóvenes de Israel en las escuelas de los profetas; y los jóvenes
han de recibir hoy una educación similar. No es posible hacer reco-
mendaciones en detalle en cuanto a la parte que los jóvenes deben
desempeñar; pero deben ser instruidos fielmente por los obreros de
más edad, y enseñados a mirar a Aquel que es el autor y consumador
de nuestra fe.—
Obreros Evangélicos, 106, 107 (1915)
.
Hay que trabajar con obreros experimentados pero no hay
que copiarlos
—Los obreros sin experiencia no debieran ser envia-
dos a trabajar solos. Debieran ser puestos junto a obreros de más
edad y experiencia, donde puedan educarse. Pero ellos debieran
decirles: “No debéis copiar mis gestos ni el tono de mi voz, a tal
punto que nadie pueda distinguir si el que está hablando soy yo o
es Ud. Ud. debe tomar su propia armadura y debe tener su propio
carácter santificado por Dios. Ud. no debe adoptar mi modalidad, ni
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mis gestos, ni mi tono de voz, ni mis expresiones, ni mis palabras”.
Creo que esto me ha sido mostrado unas veinte veces durante
mi vida, y he tratado de comunicarlo a los hermanos, pero el mal
no ha sido remediado. Cuando uno de estos obreros que no tiene
experiencia en la obra es puesto a vuestro lado no debe pensar en