Página 562 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
Los obreros jóvenes en la escuela de la disciplina
—Tratemos
con respeto a los miembros jóvenes de la familia del Señor. Los
jóvenes que acaban de entrar en el ministerio pueden cometer mu-
chos errores, pero los ministros de más edad no están libres de hacer
errores a pesar de los años que han estado trabajando. Dios mismo
tomará en sus manos a esos obreros jóvenes, algunas veces permitirá
que sean afligidos y que sufran a causa de sus errores, pero nunca los
olvidará. Les da oportunidad para que se conviertan en miembros de
la familia real, en hijos del Bey celestial.—
Manuscrito 127, 1902
.
Obreros jóvenes llamados al campo de la siega
—El Señor
llama a obreros jóvenes para que entren en el campo de la siega y
trabajen diligentemente en la cosecha. Les pide que trabajen para
él, no en las iglesias que ya están establecidas, sino que los insta
a relacionarse con obreros experimentados que trabajan en el gran
campo de la siega. Salgan los jóvenes hábiles y comercien con
sus talentos. Y cuando salgan encomiéndeselos a la dirección del
Señor...
Esta es la obra que los jóvenes debieran ser animados a realizar, y
no se los debiera instar a que hablen a los auditorios que no necesitan
su trabajo inmaduro, que están bien al tanto de este hecho y que no
sienten la atracción del Espíritu. El Señor no ha dado a los jóvenes
el trabajo entre las iglesias. Su primer deber consiste en aprender
lecciones de los diversos métodos de trabajo del gran Maestro...
¿Qué dijo Cristo a sus discípulos? “Si alguno me sirve, sígame”.
Juan 12:26
. Esta es la regla que se ha dado en la Palabra de Dios.
Descubran los obreros al estudiar la vida de Cristo la manera como
él vivió y trabajó. Esfuércense cada día por vivir la vida de Cristo
procurando conocer el camino del Señor.—
Manuscrito 75, 1900
.
Al cabo de doce meses de prueba
—El Señor dará tacto, habi-
lidad y comprensión a los que llama a la obra del ministerio. Si un
hombre después de trabajar doce meses en la obra evangélica no ha
producido ningún fruto por sus esfuerzos, si la gente por quien ha
trabajado no ha recibido beneficio, si no ha elevado el estandarte en
nuevos lugares y si no hay almas convertidas por su obra, ese hombre
debiera humillar su corazón delante del Señor y debiera tratar de
comprender si no ha errado su vocación. Los sueldos pagados por la
asociación debieran darse a los que producen fruto con su trabajo.
Será fructífera la obra del que reconoce a Dios como la fuente de