Página 572 - El Evangelismo (1994)

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El Evangelismo
La fuente de su poder
—Después de la ascensión de Cristo, los
discípulos se reunieron en un lugar para suplicar humildemente a
Dios. Y después de escudriñar el corazón y de realizar un examen
personal durante diez días, quedó preparado el camino para que el
Espíritu Santo entrara en los templos del alma limpios y consagrados.
Cada corazón quedó lleno con el Espíritu como si Dios quisiera
mostrar a su pueblo que era su prerrogativa bendecirlos con la más
escogida de las bendicones celestiales... La espada del Espíritu
refulgió a diestra y siniestra. Dotada de un nuevo poder penetró
hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos. La
idolatría que había estado mezclada con el culto del pueblo fue
deste rrada. Se añadió nuevo territorio al reino de Dios. Lugares que
habían sido improductivos y que habían estado desolados hicieron
oír sus alabanzas a él.—
The Review and Herald, 10 de junio de
1902
.
Sintieron la preocupación por las almas
—Notad que fue des-
pués que los discípulos habían logrado la perfecta unidad, y ya no
luchaban entre sí por conquistar el lugar más elevado cuando el
Espíritu fue derramado sobre ellos. Eran de un solo sentir. Todas las
diferencias habían sido puestas a un la do. Y el testimonio presen-
tado acerca de ellos después que el Espíritu había sido dado, es el
mismo. Notad las palabras: “Y la multitud de los que habían creído
era de un corazón y un alma”. El Espíritu de Aquel que murió para
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que los pecadores pudieran vivir, animaba a toda la congregación de
los creyentes.
Los discípulos no pidieron una bendición para ellos mismos.
Estaban preocupados con la carga de las almas. El Evangelio había
de ser conducido hasta los últimos confines de la tierra, y ellos recla-
maban el poder que Cristo había prometido. Fue entonces cuando el
Espíritu Santo fue derramado y millares se convirtieron en un solo
día.—
The Signs of the Times, 17 de febrero de 1914
.
Una iglesia despertada
—Cuando tengamos una consagración
completa y sincera al servicio de Cristo, Dios reconocerá el hecho
mediante un derramamiento de su Espíritu sin medida; pero esto
no ocurrirá mientras la mayor parte de la iglesia no esté trabajando
juntamente con Dios.—
The Review and Herald, 21 de julio de 1896
.
La tierra iluminada
—Vi raudales de luz que salían de las ciu-
dades y de los pueblos, de la montaña y del llano. La Palabra de