Página 20 - Fe y Obras (1984)

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Fe y Obras
Enteramente por gracia
La luz que he recibido de Dios coloca este importante tema más
allá de todo interrogante en mi mente. La justificación es entera-
mente por gracia y no se consigue por ninguna obra que el hombre
caído pueda realizar. El punto ha sido presentado delante de mí
con claridad, que si el hombre rico tiene dinero y posesiones, y los
ofrenda al Señor, se introducen ideas falsas que estropean la ofrenda
por pensar que merece el favor de Dios, que el Señor está obligado
a considerarlo con especial benevolencia en virtud de su donación.
Ha habido muy poca instrucción clara sobre este punto. El Señor
le ha prestado al hombre sus propios bienes en depósito -medios que
El requiere que le sean devueltos cuando su providencia lo manifieste
y la edificación de su causa lo demande. El Señor dio el intelecto.
Dio la salud y la capacidad para obtener ganancias terrenales. Creó
las cosas de la tierra. Manifiesta su poder divino para desarrollar
todas sus riquezas. Son sus frutos, de su propia labranza. El dio el sol,
las nubes, las lluvias, para hacer que la vegetación floreciera. Como
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siervos empleados por Dios, ustedes recogieron en su mies a fin de
satisfacer sus necesidades de una manera económica y conservar el
saldo a disposición de Dios. Pueden decir con David: “Pues todo es
tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos”.
1 Crónicas 29:14
. Así
que la satisfacción del mérito de la criatura no puede consistir en
devolver al Señor lo que es suyo, porque siempre fue su propiedad
para ser usada según El en su providencia lo indicara.
Se pierde el favor de Dios
Por rebelión y apostasía el hombre perdió el favor de Dios; no
sus derechos, porque él no podía tener valor excepto el que le fuera
conferido por el amado Hijo de Dios. Este punto debe ser entendido.
El hombre perdió esos privilegios que Dios en su misericordia le
presentó como un don gratuito, un tesoro en depósito para ser usado
en el avance de su causa y su gloria, para beneficiar a los seres que
El había hecho. En el momento cuando la criatura de Dios rehusó
obedecer las leyes del reino de Dios, en ese momento se volvió
desleal al gobierno del Creador y se hizo enteramente indigna de
todas las bendiciones con que El la había favorecido.