Página 21 - Fe y Obras (1984)

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Elena G. de White clarifica los temas
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Esta era la situación de la raza humana después que el hombre,
por su transgresión, se divorció de Dios. Entonces ya no tenía más
derecho a una bocanada de aire, a un rayo de sol o a una partícula
de alimento. Y la razón por la cual el hombre no fue aniquilado, fue
porque Dios lo amó de tal manera que otorgó el don de su amado
Hijo para que El sufriera la penalidad de la transgresión. Cristo
estuvo dispuesto a convertirse en el fiador y sustituto del hombre
a fin de que éste, mediante su incomparable gracia, pudiera tener
otra oportunidad - una segunda prueba-, teniendo la experiencia de
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Adán y Eva como una advertencia para que no transgredieran la ley
de Dios como ellos lo hicieron. Y en cuanto el hombre disfruta las
bendiciones de Dios en la dádiva del sol y la dádiva del alimento,
debería inclinarse delante del Hacedor en agradecido reconocimiento
de que todas las cosas provienen de El. Todo lo que se le devuelve a
Dios es tan sólo su propiedad, que El nos ha concedido.
El hombre quebrantó la ley de Dios, y por medio del Redentor se
hicieron promesas nuevas y frescas sobre una base diferente. Todas
las bendiciones deben venir a través de un Mediador. Ahora cada
miembro de la familia humana está enteramente en las manos de
Cristo, y todo lo que poseemos en esta vida presente -ya sea dinero,
casas, tierras, capacidad de razonar, fortaleza física, o facultades
intelectuales-, y todas las bendiciones de la vida futura, han sido
colocados en nuestra posesión como tesoros de Dios para que sean
fielmente empleados en beneficio del hombre. Cada don tiene el
sello de la cruz y lleva la imagen y el sobrescrito de Jesucristo.
Todas las cosas provienen de Dios. Desde los beneficios más insigni-
ficantes hasta la mayor bendición, todo fluye por un único Canal: la
mediación sobrehumana asperjada con la sangre cuyo valor supera
todo cálculo porque era la vida de Dios en su Hijo.
Ahora bien, ninguna alma puede darle a Dios algo que ya no sea
de El. Recuerden esto: “Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano
te damos”.
1 Crónicas 29:14
. Esto debe ser presentado delante de
la gente dondequiera que vamos: que nosotros no poseemos nada,
ni podemos ofrecer cosa alguna en valor, en obras, en fe, que no
hayamos recibido primeramente de Dios y sobre lo cual El puede en
cualquier momento poner su mano y decir: “Esto es mío -dádivas y
bendiciones y dotes que yo te confié, no para enriquecerte, sino para
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que las uses sabiamente en beneficio del mundo”.