Página 76 - Fe y Obras (1984)

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Obediencia y santificación
Artículo publicado en The Signs of the Times, 19 de mayo de 1890.
“Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a
sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”.
Efesios 5:2
. En toda la plenitud de su divinidad, en toda la gloria
de su inmaculada humanidad, Cristo se dio a sí mismo por nosotros
como un sacrificio completo y gratuito, y todo el que acude a El
debería aceptarlo como si fuera el único por quien el precio ha sido
pagado. Así como en Adán todos mueren, en Cristo todos serán
vivificados; porque los obedientes resucitarán para inmortalidad, y
los transgresores resucitarán para sufrir la muerte, la penalidad de la
ley que han quebrantado.
La obediencia a la ley de Dios es santificación. Hay muchos que
tienen ideas erróneas respecto a esta obra en el alma, pero Jesús
oró que sus discípulos fueran santificados por medio de la verdad,
y añadió: “Tu palabra es verdad”.
Juan 17:17
. La santificación no
es una obra instantánea sino progresiva, así como la obediencia
es continua. En tanto Satanás nos apremie con sus tentaciones,
tendremos que librar una y otra vez la batalla por el dominio propio;
pero mediante la obediencia, la verdad santificará el alma. Los que
son leales a la verdad han de superar, por medio de los méritos de
Cristo, toda debilidad de carácter que los ha llevado a ser modelados
por cada una de las diversas circunstancias de la vida.
El engaño y la trampa de Satanás
Muchos han tomado la posición de que no pueden pecar porque
están santificados, pero ésta es una trampa engañosa del maligno.
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Hay un constante peligro de caer en pecado, porque Cristo nos ha
amonestado a velar y orar para que no caigamos en tentación. Si
somos conscientes de la debilidad del yo, no nos confiaremos en
nosotros mismos ni seremos indiferentes al peligro, sino que senti-
remos la necesidad de acudir a la Fuente de nuestra fortaleza: Jesús,
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