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Los Hechos de los Apóstoles
En la visión, Pedro “vió el cielo abierto, y que descendía un
vaso, como un gran lienzo, que atado de los cuatro cabos era bajado
a la tierra; en el cual había de todos los animales cuadrúpedos de
la tierra, y reptiles, y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate,
Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna
cosa común e inmunda he comido jamás. Y volvió la voz hacia él la
segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Y esto fué
hecho por tres veces; y el vaso volvió a ser recogido en el cielo.”
Esta visión reprendía a Pedro a la vez que le instruía. Le reveló
el propósito de Dios, que por la muerte de Cristo los gentiles fueran
hechos herederos con los judíos de las bendiciones de la salvación.
Todavía ninguno de los discípulos había predicado el Evangelio a
los gentiles. En su mente, la pared de separación, derribada por la
muerte de Cristo, existía todavía, y sus labores se habían limitado
a los judíos; porque habían considerado a los gentiles excluídos de
las bendiciones del Evangelio. Ahora el Señor trataba de enseñarle a
Pedro el alcance mundial del plan divino.
Muchos de los gentiles habían oído con interés la predicación
de Pedro y de los otros apóstoles, y muchos judíos griegos habían
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creído en Cristo, pero la conversión de Cornelio había de ser la
primera de importancia entre los gentiles.
Había llegado el tiempo en que la iglesia de Cristo debía em-
prender una fase enteramente nueva de su obra. Debía abrirse la
puerta que muchos de los judíos conversos habían cerrado a los
gentiles. Y de entre éstos los que aceptaran el Evangelio habían de
ser considerados iguales a los discípulos judíos, sin necesidad de
observar el rito de la circuncisión.
¡Cuán cuidadosamente obró el Señor para vencer los prejuicios
contra los gentiles, que tan firmemente había inculcado en la mente
de Pedro su educación judaica! Por la visión del lienzo y de su
contenido, trató de despojar la mente del apóstol de esos prejuicios,
y de enseñarle la importante verdad de que en el Cielo no hay
acepción de personas; que los judíos y los gentiles son igualmente
preciosos a la vista de Dios; que por medio de Cristo los paganos
pueden ser hechos partícipes de las bendiciones y privilegios del
Evangelio.
Mientras Pedro meditaba en el significado de la visión, llegaron
a Joppe los hombres enviados por Cornelio, y se hallaban delante