Página 111 - Los Hechos de los Ap

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Librado de la cárcel
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Herodes conocía la ley de Dios que dice: “No tendrás dioses aje-
nos delante de mí” (
Éxodo 20:3
); y sabía que al aceptar la adoración
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del pueblo, había llenado la medida de su iniquidad, y atraído sobre
sí la justa ira de Jehová.
El mismo ángel que había bajado de los atrios celestiales para
librar a Pedro, había sido mensajero de ira y juicio para Herodes. El
ángel hirió a Pedro para despertarlo de su sueño; pero fué con un
golpe diferente como hirió al perverso rey, humillando su orgullo y
haciendo caer sobre él el castigo del Todopoderoso. Herodes murió
en gran agonía mental y corporal bajo el justo castigo de Dios.
Esta demostración de la justicia divina tuvo una poderosa in-
fluencia sobre el pueblo. Fueron propagadas por todos los países
las nuevas de que el apóstol de Cristo había sido librado milagrosa-
mente de la cárcel y de la muerte mientras que su perseguidor había
sido herido por la maldición de Dios, y esas nuevas constituyeron el
medio de inducir a muchos a creer en Cristo.
La experiencia de Felipe, dirigido por un ángel del cielo para que
fuese adonde había de encontrarse con uno que buscaba la verdad; la
de Cornelio, visitado por un ángel que le llevó un mensaje de Dios;
la de Pedro, que, encarcelado y condenado a muerte, fué sacado a un
lugar seguro por un ángel; todos estos casos demuestran cuán íntima
es la relación que existe entre el cielo y la tierra.
El relato de estas visitas angélicas debe proporcionar fuerza y
valor a aquel que trabaja por Dios. Hoy día, tan ciertamente como
en el tiempo de los apóstoles, los mensajeros celestiales recorren
toda la anchura y longitud de la tierra, tratando de consolar a los
tristes, proteger a los impenitentes, ganar los corazones de los hom-
bres a Cristo. No podemos verlos personalmente; pero no obstante,
ellos están constantemente con nosotros para dirigirnos, guiarnos y
protegernos.
El cielo se acerca a la tierra por esa escalera mística, cuya base
está firmamente plantada en la tierra, mientras que su parte superior
llega al trono del Infinito. Los ángeles están constantemente ascen-
diendo y descendiendo por esta escalera de deslumbrante resplandor,
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llevando las oraciones de los menesterosos y angustiados al Padre
celestial, y trayendo bendición y esperanza, valor y ayuda, a los hijos
de los hombres. Esos ángeles de luz crean una atmósfera celestial
en derredor del alma, elevándonos hacia lo invisible y eterno. No