Página 119 - Los Hechos de los Ap

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El evangelio en Antioquía
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importancia infundada, como si sobre aquellos que recibían esa
ordenación descendiera un poder que los calificaba inmediatamente
para todo trabajo ministerial. Pero en el relato del apartamiento de
esos dos apóstoles no hay indicación de que ninguna virtud les fué
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impartida por el mero acto de imponerles las manos. Se menciona
simplemente su ordenación y la relación que ésta tenía con su futura
obra.
Las circunstancias relacionadas con la separación de Pablo y
Bernabé por el Espíritu Santo para una clase definida de servicio,
muestran claramente que el Señor obra por medio de los agentes
señalados en su iglesia organizada. Años antes, cuando el Salvador
mismo reveló a Pablo el propósito divino para con él, lo puso inme-
diatamente en relación con los miembros de la recién organizada
iglesia de Damasco. Además, la iglesia de ese lugar no fué dejada
mucho tiempo a obscuras respecto a la experiencia personal del fari-
seo convertido. Y ahora, cuando la comisión divina dada en aquel
tiempo había de realizarse más plenamente, el Espíritu Santo, dando
testimonio de nuevo concerniente a Pablo como vaso escogido para
llevar el Evangelio a los gentiles, confió a la iglesia la obra de or-
denarlo a él y a su colaborador. Mientras los dirigentes de la iglesia
de Antioquía estaban “ministrando ... al Señor, y ayunando, dijo el
Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra para la
cual los he llamado.”
Dios ha constituído a su iglesia en la tierra en un canal de luz,
y por su medio comunica sus propósitos y su voluntad. El no dará
a uno de sus siervos una experiencia independiente de la iglesia
y contraria a la experiencia de ella. No da a conocer a un hombre
su voluntad para toda la iglesia, mientras la iglesia—el cuerpo de
Cristo—sea dejada en tinieblas. En su providencia, coloca a sus
siervos en estrecha relación con su iglesia, a fin de que tengan
menos confianza en sí mismos y mayor confianza en otros a quienes
él está guiando para hacer adelantar su obra.
Siempre ha habido en la iglesia quienes se inclinan constante-
mente a la independencia individual. Parecen incapaces de compren-
der que la independencia de espíritu puede inducir al agente humano
a tener demasiada confianza en sí mismo, y a confiar en su propio
juicio más bien que respetar el consejo y estimar debidamente el
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juicio de sus hermanos, especialmente de aquellos que ocupan los