Página 125 - Los Hechos de los Ap

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Heraldos del evangelio
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laborador “en el reino de Dios,” y uno que me ha “sido consuelo.”
Colosenses 4:11
. De nuevo, no mucho antes de su muerte, habló de
Marcos como uno que le era “útil para el ministerio.”
2 Timoteo
4:11
.
Después de la partida de Marcos, Pablo y Bernabé visitaron
Antioquía de Pisidia, y el sábado fueron a la sinagoga de los judíos,
y se sentaron. “Después de la lectura de la ley y de los profetas,
los príncipes de la sinagoga enviaron a ellos, diciendo: Varones
hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo,
hablad.” Al ser invitado así a hablar, “Pablo, levantándose, hecha
señal de silencio con la mano, dice: Varones Israelitas, y los que
teméis a Dios, oíd.” Entonces pronunció un maravilloso discurso.
Historió la manera en que el Señor había tratado con los judíos
desde el tiempo de la liberación de la esclavitud egipcia, y cómo se
había prometido un Salvador, de la simiente de David; y osadamente
declaró que “de la simiente de éste, Dios, conforme a la promesa,
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levantó a Jesús por Salvador a Israel; predicando Juan delante de la
faz de su venida el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de
Israel. Mas como Juan cumpliese su carrera, dijo: ¿Quién pensáis
que soy? No soy yo él; mas he aquí, viene tras mí uno, cuyo calzado
de los pies no soy digno de desatar.” Así predicó con poder a Jesús
como el Salvador de los hombres, el Mesías de la profecía.
Habiendo hecho esta declaración Pablo dijo: “Varones hermanos,
hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros temen a Dios, a
vosotros es enviada la palabra de esta salud. Porque los que habitaban
en Jerusalem, y sus príncipes, no conociendo a éste, y las voces
de los profetas que se leen todos los sábados, condenándole, las
cumplieron.”
Pablo no vaciló en decir claramente la verdad acerca del recha-
zamiento del Salvador por los dirigentes judíos. “Y sin hallar en
él causa de muerte—declaró el apóstol,—pidieron a Pilato que le
matasen. Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban
escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro. Mas Dios
le levantó de los muertos. Y él fué visto por muchos días de, los que
habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalem, los cuales
son sus testigos al pueblo.
“Y nosotros también os anunciamos el evangelio—continuó el
apóstol,—de aquella promesa que fué hecha a los padres, la cual