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Los Hechos de los Apóstoles
celosos de la ley ceremonial vinieron de Jerusalén, Pedro cambió
imprudentemente su actitud hacia los conversos del paganismo. “Y
a su disimulación consentían también los otros judíos; de tal manera
que aun Bernabé fué también llevado de ellos en su simulación.”
Gálatas 2:13
. Esta manifestación de debilidad de parte de aquellos
que habían sido respetados y amados como dirigentes, hizo la más
penosa impresión en la mente de los creyentes gentiles. La iglesia
estaba amenazada por un cisma, pero Pablo, que vió la subversiva
influencia del mal hecho a la iglesia por el doble papel desempeñado
por Pedro, le reprendió abiertamente por disimular así sus verda-
deros sentimientos. En presencia de la iglesia, le preguntó: “Si tú,
siendo Judío, vives como los Gentiles y no como Judío, ¿por qué
constriñes a los Gentiles a judaizar?”
Vers. 14
.
Pedro vió el error en que había caído, y se puso a reparar inme-
diatamente el mal que había hecho, hasta donde pudo. Dios, que
conoce el fin desde el principio, permitió que Pedro revelara esta
debilidad de carácter, a fin de que el probado apóstol pudiera ver
que no había nada en sí mismo por lo cual pudiera enorgullecerse.
Aun los mejores hombres, abandonados a sí mismos, se equivocan.
Dios vió también que en lo venidero algunos se engañarían hasta
el punto de atribuir a Pedro y sus presuntos sucesores las exaltadas
prerrogativas que pertenecen a Dios solo. Y este informe de la debi-
lidad del apóstol subsistiría como prueba de que no era infalible ni
superior a los otros apóstoles.
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La historia de este apartamiento de los buenos principios perma-
nece como una solemne amonestación para los hombres que ocupan
puestos de confianza en la causa de Dios, para que no carezcan de
integridad, sino que se adhieran firmamente a los principios. Cuanto
mayores son las responsabilidades colocadas sobre el agente hu-
mano, y mayores sus oportunidades para mandar y dirigir, mayor
daño hará con toda seguridad si no sigue cuidadosamente el camino
del Señor y trabaja de acuerdo con las decisiones del cuerpo general
de los creyentes en consejo unánime.
Después de todos los fracasos de Pedro; después de su caída
y restauración, su largo servicio, su íntima relación con Cristo, su
conocimiento de la integridad con que el Salvador practicaba los
principios correctos, después de toda la instrucción que había recibi-
do, todos los dones, conocimiento e influencia que había obtenido