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Los Hechos de los Apóstoles
sólo un joven cuando fué escogido por Dios como maestro; pero
sus principios habían sido tan bien establecidos por su primera
educación que era digno del puesto de ayudante de Pablo. Y aunque
joven, llevó sus responsabilidades con mansedumbre cristiana.
Como medida de precaución, Pablo aconsejó prudentemente a
Timoteo que se circuncidase, no porque Dios lo requiriese, sino para
eliminar del pensamiento de los judíos algo que pudiera llegar a ser
una objeción contra el ministerio de Timoteo. En su obra, Pablo
había de viajar de ciudad en ciudad, en muchas tierras, y con fre-
cuencia tenía oportunidad de predicar a Cristo en las sinagogas de
los judíos, como también en otros lugares de reunión. Si llegaban a
saber que uno de sus compañeros era incircunciso, su obra quedaría
grandemente estorbada por los prejuicios y el fanatismo de los ju-
díos. Por doquiera el apóstol afrontaba resuelta oposición y severa
persecución. Deseaba impartir a sus hermanos judíos, tanto como a
los gentiles, el conocimiento del Evangelio; y por eso procuraba, en
la medida consecuente con su fe, quitar todo pretexto de oposición.
Sin embargo, mientras condescendía así con el prejuicio judío, creía
y enseñaba que la circuncisión y la incircuncisión nada eran, y que
el Evangelio de Cristo era todo.
Pablo amaba a Timoteo, su “hijo en la fe.”
1 Timoteo 1:2
. El gran
apóstol sondeaba a menudo al discípulo más joven, preguntándole en
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cuanto a la historia bíblica; y al viajar de lugar en lugar, le enseñaba
cuidadosamente cómo trabajar con éxito. Pablo y Silas, en toda su
asociación con Timoteo, trataban de ahondar la impresión ya hecha
en su mente, de la sagrada y seria naturaleza de la obra del ministro
evangélico.
En su trabajo, Timoteo buscaba constantemente el consejo y la
instrucción de Pablo. No actuaba por impulso, sino con reflexión y
serenidad, preguntando a cada paso: ¿Es éste el camino del Señor?
El Espíritu Santo encontraba en él uno que podía ser amoldado y
modelado como un templo para la morada de la divina Presencia.
Las lecciones de la Biblia, al entretejerse en la vida diaria, tienen
una profunda y perdurable influencia en el carácter. Estas lecciones
las aprendía y practicaba Timoteo. No tenía talentos especialmente
brillantes; pero su trabajo era valioso porque usaba en el servicio
del Señor las capacidades que Dios le daba. Su conocimiento de