Página 163 - Los Hechos de los Ap

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Tesalónica
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do a nuestro anunció?—pregunta el profeta—¿y sobre quién se ha
manifestado el brazo de Jehová? Y subirá cual renuevo delante de
él, y como raíz de tierra seca: no hay parecer en él, ni hermosura:
verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y
desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en
quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fué menosprecia-
do, y no lo estimamos.
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,y sufrió nuestros
dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios
y abatido. Mas él herido fué por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga
fuimos nosotros curados.
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero
fué llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores,
enmudeció, y no abrió su boca. De la cárcel y del juicio fué quitado;
y su generación ¿quién la contará? Porque cortado fué de la tierra de
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los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fué herido.”
Isaías 53:1-8
.
Aun la forma de su muerte había sido prefigurada. Como la
serpiente de metal había sido levantada en el desierto, así iba a ser
levantado el Redentor venidero, para que “todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Juan 3:16
.
“Y le preguntarán: ¿Qué heridas son éstas en tus manos? Y él
responderá: Con ellas fuí herido en casa de mis amigos.”
Zacarías
13:6
.
“Dispúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fué
en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en
su boca. Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a
padecimiento.”
Isaías 53:9, 10
.
Pero el que iba a sufrir la muerte a manos de hombres impíos,
se levantaría de nuevo como un vencedor del pecado y del sepulcro.
Bajo la inspiración del Todopoderoso, el dulce cantor de Israel ha-
bía dado testimonio de las glorias de la mañana de la resurrección.
“También mi carne—proclamó alegremente—reposará segura. Por-
que no dejarás mi alma en el sepulcro; ni permitirás que tu santo vea
corrupción.”
Salmos 16:9, 10
.