Página 175 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 24—Corinto
Este capítulo está basado en Hechos 18:1-18.
Durante el primer siglo de la era cristiana, Corinto era una de las
ciudades principales, no sólo de Grecia, sino del mundo. Griegos,
judíos, romanos y viajeros de todos los países, llenaban las calles,
empeñados afanosamente en los negocios y los placeres. Era un gran
centro comercial, situado a fácil acceso de todas partes del Imperio
Romano, un lugar importante donde establecer monumentos para
Dios y su verdad.
Entre los judíos que se habían establecido en Corinto, se con-
taban Aquila y Priscila, quienes más tarde se distinguieron como
fervientes obreros de Cristo. Al reconocer el carácter de esas perso-
nas, Pablo “posó con ellos.”
En el mismo comienzo de sus labores en este centro de tránsito,
Pablo vió por doquiera serios obstáculos al progreso de su obra. La
ciudad estaba casi completamente entregada a la idolatría. Venus
era la deidad favorita; y con el culto de Venus se asociaban muchos
ritos y ceremonias desmoralizadores. Los corintios habían llegado
a destacarse, aun entre los paganos, por su grosera inmoralidad.
Parecían pensar o preocuparse poco fuera de los placeres y alegrías
frívolas de la hora.
Al predicar el Evangelio en Corinto, el apóstol siguió un plan
diferente que en Atenas. Mientras estuvo en ese lugar, trató de
adaptar su estilo al carácter de su auditorio; trató de hacer frente a
la lógica con la lógica, a la ciencia con la ciencia, a la filosofía con
la filosofía. Al pensar en el tiempo así usado, y darse cuenta de que
su enseñanza en Atenas había producido sólo poco fruto, decidió
seguir otro plan de acción en Corinto, en sus esfuerzos por cautivar
la atención de los despreocupados e indiferentes. Resolvió evitar
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todas las discusiones y argumentos complicados, y no “saber algo”
entre los corintios, “sino a Jesucristo, y a éste crucificado.” Iba a
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