Página 177 - Los Hechos de los Ap

Basic HTML Version

Corinto
173
En ocasión de su conversión, Pablo se llenó de un vehemente
deseo de ayudar a sus semejantes a contemplar a Jesús de Nazaret
como el Hijo del Dios vivo, poderoso para transformar y salvar.
Desde entonces dedicó enteramente su vida al esfuerzo de pintar el
amor y el poder del Crucificado. Su gran corazón simpatizaba con
todas las clases sociales. “A Griegos y a bárbaros—declaraba,—a
sabios y a no sabios soy deudor.”
Romanos 1:14
. El amor por el
Señor de gloria, a quien había perseguido tan implacablemente en la
persona de sus santos, era el principio propulsor de su conducta, su
fuerza motriz. Si alguna vez su ardor en la senda del deber flaqueaba,
una mirada a la cruz y al asombroso amor allí revelado, bastaba para
inducirlo a ceñirse los lomos de su entendimiento y avanzar en la
senda de la abnegación.
Contemplad al apóstol predicando en la sinagoga de Corinto,
razonando de las escrituras de Moisés y los profetas, y conduciendo
a sus oyentes al advenimiento del Mesías prometido. Escuchad
mientras explica claramente la obra del Redentor como el gran sumo
sacerdote de la humanidad: el que por el sacrificio de su propia
vida había de expiar el pecado una vez por todas, y emprender
entonces su ministerio en el santuario celestial. Se hizo entender
a los oyentes de Pablo que el Mesías cuyo advenimiento habían
anhelado, había venido ya; que su muerte era la realidad prefigurada
por todas las ofrendas de los sacrificios, y que su ministerio en el
santuario celestial era el gran objeto que arrojaba su sombra hacia
[201]
atrás y aclaraba el ministerio del sacerdocio judío.
Pablo testificó “a los Judíos que Jesús era el Cristo.” Por las
Escrituras del Antiguo Testamento, mostró que de acuerdo con las
profecías y la expectación universal de los judíos, el Mesías iba a ser
del linaje de Abrahán y de David; entonces trazó la descendencia de
Jesús desde el patriarca Abrahán a través del real salmista. Leyó el
testimonio de los profetas en cuanto al carácter y la obra del Mesías
prometido, y su recepción y trato en la tierra. Luego demostró que
todas estas predicciones se habían cumplido en la vida, el ministerio
y la muerte de Jesús de Nazaret.
Pablo señaló que Cristo había venido a ofrecer la salvación
primero a la nación que aguardaba la venida del Mesías como la
consumación y gloria de su existencia nacional. Pero esa nación
había rechazado a Aquel que le hubiera dado vida, y había escogido