Página 188 - Los Hechos de los Ap

Basic HTML Version

184
Los Hechos de los Apóstoles
a Dios, así vayáis creciendo. Porque ya sabéis qué mandamientos
os dimos por el Señor Jesús. Porque la voluntad de Dios es vuestra
santificación: que os apartéis de fornicación.” “Porque no nos ha
llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.”
El apóstol Pablo sentía que era responsable en gran medida del
[213]
bienestar espiritual de aquellos que se convertían por sus labores.
Deseaba que crecieran en el conocimiento del único Dios verdadero
y de Jesucristo, a quien había enviado. A menudo en su ministerio se
encontraba con pequeños grupos de hombres y mujeres que amaban
a Jesús, y se postraba en oración con ellos para pedir a Dios que
les enseñara cómo mantener una relación vital con él. A menudo se
reunía en consejo con ellos para estudiar los mejores métodos de dar
a otros la luz de la verdad evangélica. Y a menudo, cuando estaba
separado de aquellos con quienes había trabajado así, suplicaba
a Dios que los guardara del mal, y les ayudara a ser misioneros
fervientes y activos.
Una de las mayores evidencias de la verdadera conversión es el
amor a Dios y al hombre. Los que aceptan a Jesús como su Redentor
tienen un profundo y sincero amor por otros de la misma preciosa
fe. Eso pasaba con los creyentes de Tesalónica. “Mas acerca de
la caridad fraterna—escribió el apóstol—no habéis menester que
os escriba: porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que
os améis los unos a los otros; y también lo hacéis así con todos
los hermanos que están por toda Macedonia. Empero os rogamos,
hermanos, que abundéis más; y que procuréis tener quietud, y hacer
vuestros negocios, y obréis de vuestras manos de la manera que
os hemos mandado; a fin de que andéis honestamente para con los
extraños, y no necesitéis de nada.”
“Y a vosotros multiplique el Señor, y haga abundar el amor entre
vosotros, y para con todos, como es también de nosotros para con
vosotros; para que sean confirmados vuestros corazones en santidad,
irreprensibles delante de Dios y nuestro Padre para la venida de
nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.”
“También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los que andan
desordenadamente, que consoléis a los de poco ánimo, que soportéis
a los flacos, que seáis sufridos para con todos. Mirad que ninguno
dé a otro mal por mal; antes seguid lo bueno siempre los unos para
[214]
con los otros, y para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin