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Los Hechos de los Apóstoles
su potencia.... Por lo cual, asimismo oramos siempre por vosotros,
que nuestro Dios os tenga por dignos de su vocación, e hincha de
bondad todo buen intento, y toda obra de fe con potencia, para que
el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y
vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.”
Pero antes de la venida de Cristo, iban a producirse importantes
acontecimientos en el mundo religioso, predichos en la profecía. El
apóstol declaró: “No os mováis fácilmente de vuestro sentimiento,
ni os conturbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como
nuestra, como que el día del Señor esté cerca. No os engañe nadie en
ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y
se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, oponiéndose
y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora;
tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose
parecer Dios.”
Las palabras de Pablo no debían ser mal entendidas. No estaban
destinadas a enseñar que él, por revelación especial, había anunciado
a los tesalonicenses la inmediata venida de Cristo. Esa idea hubiera
provocado confusión de fe; porque el desengaño conduce a menudo
a la incredulidad. El apóstol, por lo tanto, previno a los hermanos
que no recibiesen tal mensaje como si viniera de él; y procedió a
recalcar el hecho de que el poder papal, tan claramente descrito por
el profeta Daniel, estaba todavía por levantarse y que guerrearía
contra el pueblo de Dios. Hasta que ese poder no realizara su obra
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mortal y blasfema, sería inútil para la iglesia esperar la venida de
su Señor. “¿No os acordáis—preguntó Pablo—que cuando estaba
todavía con vosotros, os decía esto?”
Terribles habrían de ser las pruebas que sobrevendrían a la ver-
dadera iglesia. Ya en el tiempo en que el apóstol Pablo escribía, el
“misterio de iniquidad” había comenzado a obrar. Los sucesos que
se iban a producir en lo futuro serían “según operación de Satanás,
con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos, y con todo
engaño de iniquidad en los que perecen.”
Especialmente solemne es la declaración del apóstol respecto a
aquellos que rehusaran recibir “el amor de la verdad.” “Por tanto,
pues—declaró concerniente a todos los que deliberadamente recha-
zaran los mensajes de verdad,—les envía Dios operación de error,
para que crean a la mentira; para que sean condenados todos los