Página 192 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 26—Apolos en Corinto
Este capítulo está basado en Hechos 18:18-28.
Después de dejar Corinto, el próximo escenario de la labor de
Pablo fué Efeso. Estaba en camino a Jerusalén, para asistir a una
fiesta próxima; y su estada en Efeso fué necesariamente breve. Ra-
zonó en la sinagoga con los judíos, quienes fueron impresionados
tan favorablemente que le rogaron que continuara sus labores entre
ellos. Su plan de visitar a Jerusalén le impidió detenerse entonces,
mas prometió volver a visitarles, “queriendo Dios.” Aquila y Priscila
le habían acompañado a Efeso, y los dejó allí para que continuaran
la obra que había comenzado.
Sucedió que “llegó entonces a Efeso un Judío, llamado Apolos,
natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras.”
Había oído la predicación de Juan el Bautista, había recibido el
bautismo del arrepentimiento, y era un testigo viviente de que el
trabajo del profeta no había sido inútil. El informe de la Escritura
respecto a Apolos es que “era instruído en el camino del Señor; y
ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente las cosas
que son del Señor, enseñado solamente en el bautismo de Juan.”
Mientras estaba en Efeso, Apolos “comenzó a hablar confiada-
mente en la sinagoga.” Entre los oyentes estaban Aquila y Priscila,
quienes, percibiendo que no había recibido todavía toda la luz del
Evangelio, “le tomaron, y le declararon más particularmente el ca-
mino de Dios.” Por su enseñanza adquirió una comprensión más
clara de las Escrituras, y llegó a ser uno de los abogados más capaces
de la fe cristiana.
Apolos deseaba ir a Acaya, y los hermanos de Efeso “escribieron
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a los discípulos que le recibiesen” como a un maestro en plena
armonía con la iglesia de Cristo. Fué a Corinto, donde, en trabajo
público y de casa en casa, “con gran vehemencia convencía ... a los
Judíos, mostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.” Pablo
había sembrado la semilla de la verdad; Apolos ahora la regaba.
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