Página 196 - Los Hechos de los Ap

Basic HTML Version

192
Los Hechos de los Apóstoles
de Dios, como sus agentes señalados, y cooperan con él en su obra.
Al Artífice maestro pertenecen el honor y la gloria del éxito.
Los siervos de Dios no poseen todos los mismos dones, pero son
todos obreros suyos. Cada uno debe aprender del gran Maestro, y
comunicar entonces lo que ha aprendido. Dios ha dado a cada uno de
sus mensajeros un trabajo individual. Hay diversidad de dones, pero
todos los obreros deben estar unidos armoniosamente, dominados
por la influencia santificadora del Espíritu Santo. A medida que den
a conocer el Evangelio de la salvación, muchos serán convencidos y
convertidos por el poder de Dios. El instrumento humano se esconde
con Cristo en Dios, y Cristo aparece como el principal entre diez
mil, y todo él codiciable.
[223]
“Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada
uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros,
coadjutores somos de Dios; y vosotros labranza de Dios sois, edificio
de Dios sois.”
1 Corintios 3:8, 9
. En este pasaje el apóstol compara
la iglesia a un campo cultivado, en el cual trabajan los viñeros,
cuidando de la viña del plantío del Señor; y también con un edificio,
que debe crecer para convertirse en un templo santo para el Señor.
Dios es el Obrero maestro, y él ha señalado a cada uno su obra.
Todos han de trabajar bajo su supervisión, permitiéndole obrar en
favor de sus siervos y por medio de ellos. Les da tacto y habilidad, y
si prestan oído a su instrucción, corona de éxito sus esfuerzos.
Los siervos de Dios han de trabajar juntos, fusionando sus per-
sonalidades en una forma bondadosa y cortés, previniéndose con
honra los unos a los otros.
Romanos 12:10
. No debe haber crítica
falta de bondad; no debe hacerse trizas el trabajo de otros, ni ha
de haber distintos partidos. Cada hombre a quien el Señor ha en-
comendado su mensaje tiene su trabajo específico. Cada uno tiene
su propia individualidad que no debe fundirse en la de ningún otro.
Sin embargo, cada uno debe trabajar en armonía con sus hermanos.
En su servicio, los obreros de Dios han de ser esencialmente uno.
Ninguno ha de erigirse en modelo ni debe hablar despectivamente
de sus colaboradores o tratarlos como inferiores. Bajo Dios, cada
uno ha de hacer su trabajo señalado, respetado, amado y animado
por los otros obreros. Juntos han de llevar adelante la obra hasta
completarla.