Página 203 - Los Hechos de los Ap

Basic HTML Version

Efeso
199
y será capacitado para hacer de su vida un honor para Dios y una
bendición para el mundo. “El principio de tus palabras alumbra;
hace entender a los simples.”
Salmos 119:130
.
Hoy son demasiados los que ignoran tanto como los creyentes de
Efeso la obra del Espíritu Santo en el corazón. Sin embargo, ninguna
verdad se enseña más claramente en la Palabra de Dios. Los profetas
y apóstoles se han explayado en este tema. Cristo mismo nos llama la
atención al crecimiento del mundo vegetal como una ilustración de la
operación de su Espíritu en el sostenimiento de la vida espiritual. La
savia de la vid, ascendiendo desde la raíz, se difunde por las ramas,
y provee al crecimiento y a la producción de flores y fruto. Así el
poder vivificador del Espíritu Santo, que procede del Salvador, llena
el alma, renueva los motivos y afectos, y pone hasta los pensamientos
en obediencia a la voluntad de Dios, capacitando al que lo recibe
para llevar los preciosos frutos de acciones santas.
El Autor de esta vida espiritual es invisible, y el método exacto
por el cual se imparte y sostiene esta vida está más allá de la facultad
explicativa de la filosofía humana. Sin embargo, las operaciones del
Espíritu están siempre en armonía con la Palabra escrita. Lo que
sucede en el mundo natural, pasa también en el espiritual. La vida
natural es conservada momento tras momento por un poder divino;
sin embargo, no es sostenida por un milagro directo, sino por el uso
[231]
de las bendiciones puestas a nuestro alcance. Así la vida espiritual
es sostenida por el uso de los medios que la Providencia ha provisto.
Para que el seguidor de Cristo crezca hasta convertirse en “un varón
perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (
Efesios
4:13
), debe comer del pan de vida y beber del agua de la salvación.
Debe velar, orar y trabajar, y prestar atención en todas las cosas a
las instrucciones de Dios consignadas en su Palabra.
La experiencia de esos conversos judíos tiene todavía otra lección
para nosotros. Cuando fueron bautizados por Juan, no comprendie-
ron bien la misión de Jesús como expiador de los pecados. Seguían
creyendo graves errores, pero cuando recibieron mayor conocimien-
to, aceptaron alegremente a Cristo como su Redentor; y al dar este
paso hacia adelante, cambiaron sus obligaciones. Cuando recibieron
una fe más pura, hubo un cambio correspondiente en su vida. Como
señal de este cambio, y como reconocimiento de su fe en Cristo,
fueron bautizados de nuevo, en el nombre de Jesús.