Página 217 - Los Hechos de los Ap

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Amonestación y súplica
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Entre los peores males que se habían desarrollado entre los
creyentes corintios, figuraba el retorno a muchas de las degradantes
costumbres del paganismo. Un ex converso había vuelto tanto a
sus andadas que su conducta licenciosa era una violación aun de la
baja norma de moralidad mantenida por el mundo gentil. El apóstol
rogó a la iglesia que quitara de su seno “a ese malo.” “¿No sabéis—
advirtió—que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiad
pues la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin
levadura.”
Otro grave mal que se había levantado en la iglesia era que los
hermanos recurrían a la ley unos contra otros. Se había hecho abun-
dante provisión para el arreglo de las dificultades entre creyentes.
Cristo mismo había dado instrucción clara en cuanto a cómo debían
ser resueltos esos asuntos. “Si tu hermano pecare contra ti—había
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aconsejado el Salvador,—ve, y redargúyele entre ti y él solo: si te
oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aun con-
tigo uno o dos, para que en boca de dos o de tres testigos conste
toda palabra. Y si no oyere a ellos, dilo a la iglesia: y si no oyere a
la iglesia, tenle por étnico y publicano. De cierto os digo que todo
lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que
desatareis en la tierra, será desatado en el cielo.”
Mateo 18:15-18
.
A los creyentes corintios que habían perdido de vista este claro
consejo, Pablo les escribió en términos precisos de amonestación y
reproche. “¿Osa alguno de vosotros—preguntó,—teniendo algo con
otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos?
¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo
ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy
pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿cuánto
más las cosas de este siglo? Por tanto, si hubiereis de tener juicios de
cosas de este siglo, poned para juzgar a los que son de menor estima
en la iglesia. Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre
vosotros sabio, ni aun uno que pueda juzgar entre sus hermanos;
sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante
los infieles? Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que
tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís antes la
injuria? ... Empero vosotros hacéis la injuria, y defraudáis, y esto a
los hermanos. ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de
Dios?”