Página 220 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 30—Llamamiento a alcanzar una norma
más alta
Este capítulo está basado en 1 Corintios.
Con la esperanza de hacer comprender vívidamente a los cre-
yentes corintios la importancia del firme dominio propio, la estricta
temperancia y el celo incansable en el servicio de Cristo, Pablo hizo
en la carta que les escribiera una impresionante comparación entre la
lucha cristiana y las carreras pedestres que se tenían en determinadas
ocasiones cerca de Corinto. De todos los juegos instituídos entre los
griegos y romanos, las carreras pedestres eran las más antiguas y
las más altamente estimadas. Eran presenciadas por reyes, nobles, y
hombres de estado. Jóvenes de alcurnia y riqueza participaban en
ellas, y no escatimaban el esfuerzo y la disciplina necesarios para
obtener el premio.
Los torneos eran regidos por reglamentos estrictos, de los cuales
no había apelación. Los que deseaban que se incluyeran sus nombres
entre los competidores por el premio, tenían que someterse primero
a un severo entrenamiento preparatorio. Se prohibía estrictamente
la peligrosa complacencia del apetito o cualquier otra satisfacción
que redujera el vigor mental o físico. Para que alguien tuviera al-
guna esperanza de éxito en estas pruebas de fuerza y velocidad, los
músculos debían ser fuertes y flexibles, y los nervios debían estar
bien dominados. Todo movimiento debía ser preciso; todo paso,
rápido y seguro; las facultades físicas debían alcanzar su mayor
altura.
Cuando los competidores de la carrera se presentaban ante la
multitud expectante, se proclamaban sus nombres y se establecían
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claramente las reglas de la carrera. Entonces todos partían juntos, y
la atención fija de los espectadores les inspiraba su determinación de
ganar. Los jueces se sentaban cerca de la meta para poder observar
la carrera desde el principio hasta el fin, y dar el premio al verdadero
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