Página 224 - Los Hechos de los Ap

Basic HTML Version

220
Los Hechos de los Apóstoles
celo espiritual. Con todo su poder continuaba luchando contra las
inclinaciones naturales. Siempre mantenía ante sí el ideal que debía
alcanzarse, y luchaba por alcanzar ese ideal mediante la obediencia
voluntaria a la ley de Dios. Sus palabras, sus prácticas, sus pasiones:
todo lo sometía al dominio del Espíritu de Dios.
Era este propósito único de ganar la carrera de la vida eterna,
lo que Pablo anhelaba ver revelado en las vidas de los creyentes
corintios. Sabía que a fin de alcanzar el ideal de Cristo para con
ellos, tenían por delante una lucha de toda la vida, que no tendría
tregua. Les pedía que lucharan lealmente, día tras día, en busca de
piedad y excelencia moral. Les rogaba que pusieran a un lado todo
peso y se esforzaran hacia el blanco de la perfección en Cristo.
[254]
Pablo señaló a los corintios la experiencia del antiguo Israel,
las bendiciones que recompensaron su obediencia y los juicios que
siguieron a sus transgresiones. Les recordó la milagrosa manera en
que los hebreos fueron guiados desde Egipto, bajo la protección de
la nube de día y de la columna de fuego de noche. Así fueron con-
ducidos con seguridad a través del mar Rojo, mientras los egipcios,
intentando cruzar de la misma manera, se ahogaron todos. Por estos
actos Dios había reconocido a Israel como su iglesia. Todos ellos
“comieron la misma vianda espiritual; y todos bebieron la misma
bebida espiritual; porque bebían de la piedra espiritual que los se-
guía, y la piedra era Cristo.” Los hebreos, en todos sus viajes, tenían
a Cristo como su jefe. La piedra herida representaba a Cristo, que
había de ser herido por las transgresiones de los hombres, para que
pudiera fluir a todos la corriente de la salvación.
A pesar del favor que Dios les mostró a los hebreos, por causa
de su anhelo vehemente de los placeres dejados en Egipto y de su
pecado y rebelión, los juicios de Dios cayeron sobre ellos. Y el
apóstol instó a los creyentes corintios a prestar oídos a la lección
contenida en la historia de Israel. “Empero estas cosas fueron en
figura de nosotros—declaró,—para que no codiciemos cosas malas,
como ellos codiciaron.” Mostró cómo el amor a la comodidad y al
placer los había predispuesto para cometer los pecados que provo-
caron la manifiesta venganza de Dios. Fué al sentarse los hijos de
Israel a comer y a beber, y al levantarse a jugar, cuando abandonaron
el temor de Dios, que habían sentido al escuchar la proclamación
de la ley; y, haciendo un becerro de oro para representar a Dios, lo