Página 227 - Los Hechos de los Ap

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Llamamiento a alcanzar una norma más alta
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El amor “no se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad;
todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” Este amor
“nunca deja de ser.” No puede perder su valor; es un atributo celestial.
Como un tesoro precioso, será introducido por su poseedor por las
puertas de la ciudad de Dios.
“Y ahora permanecen la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres:
empero la mayor de ellas es la caridad.”
Al bajarse la norma moral de los creyentes corintios, ciertas
personas habían abandonado algunos de los rasgos fundamentales de
su fe. Algunos habían llegado hasta el punto de negar la doctrina de la
resurrección. Pablo afrontó esta herejía con un testimonio muy claro
en cuanto a la evidencia inconfundible de la resurrección de Cristo.
Declaró que Cristo, después de su muerte, “resucitó al tercer día,
conforme a las Escrituras,” después de lo cual “apareció a Cefas, y
después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos
juntos; de los cuales muchos viven aún; y otros son muertos. Después
apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles. Y el postrero de
todos, ... me apareció a mí.”
Con poder convincente el apóstol expuso la gran verdad de la
resurrección. “Porque si no hay resurrección de muertos—arguyó,—
Cristo tampoco resucitó: y si Cristo no resucitó, vana es entonces
nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y aun somos halla-
dos falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él
haya levantado a Cristo; al cual no levantó, si en verdad los muertos
no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo
resucitó: y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en
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vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo
son perdidos. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los
más miserables somos de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha
resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.”
Pablo dirigió los pensamientos de los hermanos corintios a los
triunfos de la mañana de la resurrección, cuando todos los santos
que duermen se levantarán, para vivir para siempre con el Señor. “He
aquí—declaró el apóstol,—os digo un misterio: Todos ciertamente
no dormiremos, mas todos seremos transformados, en un momento,
en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta,
y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos
transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido