Página 234 - Los Hechos de los Ap

Basic HTML Version

230
Los Hechos de los Apóstoles
sus oyentes, ni callado las verdades esenciales para la salvación a fin
de hacer más atractiva su enseñanza. Habían presentado la verdad
con sencillez y claridad, orando por la convicción y conversión
de las almas. Y se habían esforzado por vivir de acuerdo con sus
enseñanzas, para que la verdad que presentaban fuera aceptable a la
conciencia de todo hombre.
[266]
“Tenemos empero este tesoro—continuó el apóstol—en vasos
de barro, para que la alteza del poder sea de Dios, y no de nosotros.”
Dios podría haber proclamado su verdad mediante ángeles inmacu-
lados, pero tal no es su plan. El escoge a los seres humanos, a los
hombres rodeados de flaquezas, como instrumentos para realizar sus
designios. El inestimable tesoro se coloca en vasos de barro. Me-
diante los hombres han de comunicarse al mundo sus bendiciones y
ha de brillar su gloria en las tinieblas del pecado. Por su ministerio
amante deben ellos encontrar al pecador y al necesitado para guiarlos
a la cruz. Y en toda su obra tributarán gloria, honor y alabanza a
Aquel que está por encima de todo y sobre todos.
Al referirse a su propio caso, Pablo mostró que al elegir el servi-
cio de Cristo no había sido inducido por motivos egoístas; porque su
camino había estado bloqueado de pruebas y tentaciones. “Estando
atribulados en todo—escribió,—mas no angustiados; en apuros, mas
no desesperamos; perseguidos, mas no desamparados; abatidos, mas
no perecemos; llevando siempre por todas partes la muerte de Jesús
en el cuerpo, para que también la vida de Jesús sea manifestada en
nuestros corazones.”
Pablo les recordó a sus hermanos que, como mensajeros de
Cristo, él y sus colaboradores estaban continuamente en peligro.
Las penalidades que soportaban estaban desgastando sus fuerzas.
“Nosotros que vivimos—escribió,—siempre estamos entregados a
muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada
en nuestra carne mortal. De manera que la muerte obra en nosotros,
y en vosotros la vida.” Sufriendo físicamente por las privaciones
y trabajos, estos ministros de Cristo estaban conformándose a la
muerte de él. Pero lo que obraba muerte en ellos, traía vida y salud
espiritual a los corintios, quienes por la fe en la verdad eran hechos
participantes de la vida eterna. En vista de esto, los seguidores de
Jesús han de procurar no aumentar, por el descuido y el desafecto,
las cargas y pruebas de los que trabajan.
[267]