Página 251 - Los Hechos de los Ap

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Trabajos y dificultades
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han de ser productores tanto como consumidores. Si comprendieran
la obra que el Señor desea que hagan como su mano ayudadora, no
rehuirían las responsabilidades.
La utilidad de los hombres jóvenes que sienten que son llamados
por Dios a predicar, depende mucho de la forma en que empiezan sus
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labores. Los que son escogidos por Dios para la obra del ministerio
darán pruebas de su alta vocación, y por todos los medios de que
dispongan se esforzarán para desarrollarse como obreros capaces.
Tratarán de adquirir una experiencia que los haga aptos para planear,
organizar y ejecutar. Al apreciar la santidad de su vocación, llegarán
a ser, por la disciplina propia, más y aun más semejantes al Señor
revelando su bondad, amor y verdad. Y mientras manifiesten fervor
en el desarrollo de los talentos a ellos confiados, la iglesia debe
ayudarles juiciosamente.
No todos los que sienten que han sido llamados a predicar, debe-
rían ser animados a depender inmediatamente ellos y sus familias
de la iglesia para su continuo sostén financiero. Hay peligro de
que algunos, de experiencia limitada, sean echados a perder por la
adulación y por el imprudente aliento a esperar pleno sostén, inde-
pendiente de todo serio esfuerzo de su parte. Los medios dedicados
a la extensión de la obra de Dios no deben ser consumidos por hom-
bres que desean predicar solamente para recibir sostén y satisfacer
así la egoísta ambición de una vida fácil.
Los jóvenes que desean ejercer sus dones en la obra del ministe-
rio, hallarán una lección útil en el ejemplo de Pablo en Tesalónica,
Corinto, Efeso y otros lugares. Aunque era un orador elocuente y
había sido escogido por Dios para hacer una obra especial, nunca
desdeñó el trabajo, y nunca se cansó de sacrificarse por la causa que
amaba. “Hasta esta hora—escribió a los corintios,—hambreamos,
y tenemos sed, y estamos desnudos, y somos heridos de golpes, y
andamos vagabundos; y trabajamos, obrando con nuestras manos;
nos maldicen, y bendecimos: padecemos persecución, y sufrimos.”
1 Corintios 4:11, 12
.
Aunque era uno de los mayores maestros humanos, Pablo cum-
plía alegremente los deberes más humildes tanto como los más
sublimes. Cuando en su servicio por el Señor las circunstancias pare-
cían requerirlo, trabajaba voluntariamente en su oficio. Sin embargo,
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siempre se mantuvo dispuesto a abandonar su trabajo secular a fin