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Los Hechos de los Apóstoles
de afrontar la oposición de los enemigos del Evangelio o aprovechar
alguna oportunidad especial para ganar almas para Jesús. Su celo
y laboriosidad son un reproche contra la indolencia y el deseo de
comodidad.
Pablo dió un ejemplo contra el sentimiento, que estaba entonces
adquiriendo influencia en la iglesia, de que el Evangelio podía ser
predicado con éxito solamente por quienes quedaran enteramente
libres de la necesidad de hacer trabajo físico. Ilustró de una manera
práctica lo que pueden hacer los laicos consagrados en muchos lu-
gares donde la gente no está enterada de las verdades del Evangelio.
Su costumbre inspiró en muchos humildes trabajadores el deseo de
hacer lo que podían para el adelanto de la causa de Dios, mientras se
sostenían al mismo tiempo con sus labores cotidianas. Aquila y Pris-
cila no fueron llamados a dedicar todo su tiempo al ministerio del
Evangelio; sin embargo, estos humildes trabajadores fueron usados
por Dios para enseñar más perfectamente a Apolos el camino de la
verdad. El Señor emplea diversos instrumentos para el cumplimiento
de su propósito; mientras algunos con talentos especiales son esco-
gidos para dedicar todas sus energías a la obra de enseñar y predicar
el Evangelio, muchos otros, a quienes nunca fueron impuestas las
manos humanas para su ordenación, son llamados a realizar una
parte importante en la salvación de las almas.
Hay un gran campo abierto ante los obreros evangélicos de
sostén propio. Muchos pueden adquirir una valiosa experiencia en
el ministerio mientras trabajan parte de su tiempo en alguna clase
de labor manual; y por este método pueden desarrollarse poderosos
obreros para un servicio muy importante en campos necesitados.
El abnegado siervo de Dios que trabaja incansablemente en
palabra y doctrina, lleva en su corazón una pesada carga. No mide
su trabajo por horas. Su salario no influye en su labor, ni abandona
su deber por causa de las condiciones desfavorables. Recibió del
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cielo su comisión, y del cielo espera su recompensa cuando haya
terminado el trabajo que se le ha confiado.
Es el propósito de Dios que tales obreros estén libres de an-
siedades innecesarias, y que puedan tener plena oportunidad para
obedecer la orden de Pablo a Timoteo: “Medita estas cosas: ocúpate
en ellas.”
1 Timoteo 4:15
. Si bien deberían cuidar de hacer suficiente
ejercicio para mantener con vigor su mente y su cuerpo, no es el plan