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Los Hechos de los Apóstoles
pero ante tales tentaciones responde: “¿Qué aprovechará al hombre,
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si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?”
Marcos 8:36
.
Satanás presentó este móvil a Cristo, sabiendo que si lo aceptaba,
el mundo nunca sería redimido. De diversas maneras presenta la
misma tentación a los ministros de Dios hoy día, sabiendo que los
que son engañados por ella traicionarán su cometido.
No es la voluntad de Dios que sus ministros procuren ser ricos. Al
considerar esto, Pablo escribió a Timoteo: “El amor del dinero es la
raíz de todos los males: el cual codiciando algunos, se descaminaron
de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre
de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la
caridad, la paciencia, la mansedumbre.”
1 Timoteo 6:10, 11
. Por
ejemplo tanto como por precepto, el embajador de Cristo ha de
mandar “a los ricos de este siglo ... que no sean altivos, ni pongan
la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios
vivo, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos:
que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, que con
facilidad comuniquen; atesorando para sí buen fundamento para lo
por venir, que echen mano a la vida eterna.”
Vers. 17-19
.
Lo experimentado por el apóstol y su instrucción en cuanto a la
santidad de la obra del ministro, son una fuente de ayuda e inspira-
ción para los que se ocupan en el ministerio evangélico. El corazón
de Pablo ardía de amor por los pecadores, y dedicaba todas sus ener-
gías a la obra de ganar almas. Nunca vivió un obrero más abnegado
y perseverante. Las bendiciones que recibía las consideraba otras
tantas ventajas que debía usar para bendición de otros. No perdía
ninguna oportunidad de hablar del Salvador o ayudar a los que esta-
ban en dificultad. Iba de lugar en lugar predicando el Evangelio de
Cristo y estableciendo iglesias. Dondequiera podía encontrar oyen-
tes, procuraba contrarrestar el mal y tornar los hombres y mujeres a
la senda de la justicia.
Pablo no se olvidaba de las iglesias que había establecido. Des-
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pués de hacer una jira misionera, él y Bernabé volvieron sobre sus
pasos y visitaron las iglesias que habían levantado, escogiendo de
entre sus miembros hombres a quienes podían preparar para que se
les unieran en la proclamación del Evangelio.
Este rasgo de la obra de Pablo contiene una importante lección
para los ministros hoy día. El apóstol hizo de la enseñanza de jóvenes