Página 261 - Los Hechos de los Ap

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Un ministerio consagrado
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para el oficio de ministros una parte de su obra. Los llevaba consigo
en sus viajes misioneros, y así adquirían la experiencia necesaria
para ocupar más tarde cargos de responsabilidad. Mientras estaba
separado de ellos, se mantenía al tanto de su obra, y sus epístolas a
Timoteo y Tito demuestran cuán vivamente anhelaba que obtuviesen
éxito.
Los obreros de experiencia hacen hoy una noble obra cuando,
en lugar de tratar de llevar todas las cargas ellos mismos, adiestran
obreros más jóvenes y colocan cargas sobre sus hombros.
Nunca olvidaba Pablo la responsabilidad que descansaba sobre
él como ministro de Cristo; ni que si las almas se perdían por su
infidelidad, Dios lo tendría por responsable. “Soy hecho ministro—
declaró,—según la dispensación de Dios que me fué dada en orden
a vosotros, para que cumpla la palabra de Dios a saber, el misterio
que había estado oculto desde los siglos y edades, mas ahora ha sido
manifestado a sus santos: a los cuales quiso Dios hacer notorias las
riquezas de la gloria de este misterio entre los Gentiles; que es Cristo
en vosotros la esperanza de gloria: el cual nosotros anunciamos,
amonestando a todo hombre, y enseñando en toda sabiduría, para
que presentemos a todo hombre perfecto en Cristo Jesús: en lo cual
aun trabajo, combatiendo según la operación de él, la cual obra en
mí poderosamente.”
Colosenses 1:25-29
.
Estas palabras presentan al obrero de Cristo una norma elevada,
que puede ser alcanzada, sin embargo, por todos los que, poniéndose
bajo la dirección del gran Maestro, aprenden diariamente en la es-
cuela de Cristo. El poder que Dios tiene a su disposición es ilimitado,
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y el ministro que en su gran necesidad se esconde en el Señor, puede
estar seguro de que recibirá lo que será para sus oyentes un sabor de
vida para vida.
Los escritos de Pablo muestran que el ministro evangélico debe
ser un ejemplo de las verdades que enseña, “sin dar en nada ocasión
de ofensa, para que no sea culpado el ministerio.”
2 Corintios 6:3
(VM)
. De su propia obra nos ha dejado un cuadro en su carta a los
corintios: “En todo recomendándonos como ministros de Dios, en
mucha paciencia, en aflicciones, en necesidades, en angustias, en
azotes, en cárceles, en alborotos, en trabajos, en vigilias, en ayunos;
con pureza, con ciencia, con longanimidad, con mansedumbre, con
el Espíritu Santo, con amor no fingido, con palabra de verdad, con