Página 267 - Los Hechos de los Ap

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La salvación ofrecida a los judíos
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que él ha preparado para gloria; los cuales también ha llamado,
es a saber, a nosotros, no sólo de los Judíos, mas también de los
Gentiles? Como también en Oseas dice: Llamaré al que no era mi
pueblo, pueblo mío; y a la no amada, amada. Y será, que en el lugar
donde les fué dicho: Vosotros no sois pueblo mío: allí serán llamados
hijos del Dios viviente.” Véase
Oseas 1:10
.
A pesar del fracaso de Israel como nación, había entre ellos un
buen remanente que se salvaría. En el tiempo del advenimiento del
Salvador, había hombres y mujeres fieles que habían recibido con
alegría el mensaje de Juan el Bautista, y habían sido inducidos así
a estudiar de nuevo las profecías concernientes al Mesías. Cuando
se fundó la iglesia cristiana primitiva, estaba compuesta de estos
fieles judíos que reconocieron a Jesús de Nazaret como Aquel cuyo
advenimiento habían anhelado. A este remanente se refiere Pablo
cuando escribe: “Si el primer fruto es santo, también lo es todo, y si
la raíz es santa, también lo son las ramas.”
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Pablo compara el residuo de Israel a un noble olivo, algunas de
cuyas ramas habían sido cortadas. Compara a los gentiles a las ramas
de un olivo silvestre, injertadas en la cepa madre. “Que si algunas
de las ramas fueron quebradas—escribe a los creyentes gentiles,—y
tú, siendo acebuche, has sido ingerido en lugar de ellas, y has sido
hecho participante de la raíz y de la grosura de la oliva; no te jactes
contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz,
sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron quebradas para que yo
fuese ingerido. Bien: por su incredulidad fueron quebrados, mas tú
por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, antes teme, que si Dios
no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco no perdone. Mira,
pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente en
los que cayeron; mas la bondad para contigo, si permanecieres en la
bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.”
Por la incredulidad y el rechazamiento del propósito del Cie-
lo para con él, Israel como nación había perdido su relación con
Dios. Pero Dios podía unir a la verdadera cepa de Israel las ramas
que habían sido separadas de la cepa madre: el residuo que había
permanecido fiel al Dios de sus padres. “Y aun ellos—declara el
apóstol respecto a las ramas quebradas,—si no permanecieren en
incredulidad, serán ingeridos; que poderoso es Dios para volverlos
a ingerir.” “Si tú—escribe a los gentiles—eres cortado del natural