Página 273 - Los Hechos de los Ap

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Apostasía en Galacia
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debida discriminación. El tratar sabiamente con diferentes clases de
mentes, en diversas circunstancias y condiciones, es un trabajo que
requiere sabiduría y juicio iluminados y santificados por el Espíritu
de Dios.
En su carta a los creyentes Gálatas, Pablo repasa brevemente
los principales incidentes relacionados con su propia conversión y
primera experiencia cristiana. Por este medio trató de demostrar que
fué por una manifestación especial del poder divino, cómo él fué
inducido a ver y recibir las grandes verdades del Evangelio. Fué
por instrucción recibida de Dios mismo cómo Pablo fué inducido
a reprender y amonestar a los Gálatas en tan solemne y positiva
manera. Escribió no con vacilación y duda, sino con la seguridad de
la firme convicción y del conocimiento absoluto. Bosquejó clara-
mente la diferencia entre el ser enseñado por el hombre y el recibir
instrucción directa de Cristo.
El apóstol instó a los Gálatas a dejar a los falsos guías por los
cuales habían sido extraviados, y a volver a la fe que había sido
acompañada por evidencias inconfundibles de la aprobación divina.
Los hombres que habían tratado de apartarlos de su fe en el Evan-
gelio eran hipócritas, profanos de corazón y corruptos en su vida.
Su religión estaba constituída por una rutina de ceremonias, con
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cuyo cumplimiento esperaban ganar el favor de Dios. No querían
un Evangelio que exigía obediencia a la palabra: “El que no naciere
otra vez, no puede ver el reino de Dios.”
Juan 3:3
. Sentían que una
religión fundada en tal doctrina, requería demasiado sacrificio, y se
aferraban a sus errores, engañándose a sí mismos y a otros.
Substituir la santidad del corazón y la vida por las formas exterio-
res de la religión, es tan agradable para la naturaleza no renovada hoy
como en los días de esos maestros judíos. Hoy, como entonces, hay
falsos guías espirituales, a cuyas doctrinas muchos prestan atención
ansiosamente. El esfuerzo premeditado de Satanás procura apartar
las mentes de la esperanza de salvación mediante la fe en Cristo y la
obediencia a la ley de Dios. En toda época el gran enemigo adapta
sus tentaciones a los prejuicios e inclinaciones de aquellos a quienes
trata de engañar. En los tiempos apostólicos inducía a los judíos a
exaltar la ley ceremonial y a rechazar a Cristo; y actualmente induce
a muchos profesos cristianos, con el pretexto de honrar a Cristo,
a menospreciar la ley moral y a enseñar que sus preceptos pueden