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Los Hechos de los Apóstoles
ser transgredidos impunemente. Es el deber de todo siervo de Dios
resistir firmemente a estos pervertidores de la fe y, por la palabra de
verdad, exponer denodadamente sus errores.
En su esfuerzo por recuperar la confianza de sus hermanos Gála-
tas, Pablo vindicó hábilmente su posición como apóstol de Cristo.
Se declaró apóstol, “no de los hombres, ni por hombre, mas por
Jesucristo y por Dios el Padre, que lo resucitó de los muertos.” El
no había recibido su comisión de los hombres, sino de la más alta
autoridad del cielo. Y su posición había sido reconocida por un con-
cilio general en Jerusalén, cuyas decisiones Pablo había cumplido
en todas sus labores entre los gentiles.
A los que procuraban negar su apostolado, Pablo les presentó
así pruebas de que “en nada he sido inferior a aquellos grandes
apóstoles” (
2 Corintios 11:5
), no para exaltarse a sí mismo, sino para
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magnificar la gracia de Dios. Los que procuraban empequeñecer su
vocación y su obra, estaban luchando contra Cristo, cuya gracia y
poder se manifestaban por medio de Pablo. El apóstol se vió forzado,
por la oposición de sus enemigos, a defender decididamente su
posición y autoridad.
Pablo rogó a los que habían conocido una vez el poder de Dios
en sus vidas, a volver a su primer amor de la verdad evangélica.
Con argumentos irrefutables les presentó su privilegio de llegar a
ser hombres y mujeres libres en Cristo, por cuya gracia expiatoria
todos los que se entregan plenamente son vestidos con el manto de
su justicia. Sostuvo que toda alma que quiera ser salvada debe tener
una experiencia genuina y personal en las cosas de Dios.
Las fervientes palabras de ruego del apóstol no fueron estériles.
El Espíritu Santo obró con gran poder, y muchos cuyos pies habían
sido descarriados por caminos extraños, volvieron a su primera fe en
el Evangelio. Desde entonces se mantuvieron firmes en la libertad
con que Cristo los había hecho libres. En sus vidas se revelaban
los frutos del Espíritu: “Caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza.” El nombre de Dios fué glori-
ficado, y muchos fueron agregados al grupo de creyentes por toda
esa región.
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